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NECROLÓGICAS

Roland "Tiny" Rowland,

el "último filibustero de la City"

Roland Tiny Rowland, uno de los más controvertidos empresarios de la posguerra -fue conocido como el "último filibustero de la City"- y el hombre a quien el exprimer ministro Edward Heath definió una vez como el rostro inaceptable del capitalismo, murió el sábado en Londres tras una larga batalla contra un cáncer de piel. Tenía 80 años y muchos enemigos.Rowland amasó una ingente fortuna desde que se hizo cargo del Grupo Lonrho hace más de dos décadas. Dinámico, tenaz y siempre combativo, dedicó gran parte de su inmenso poder, incluyendo las columnas del venerable semanario londinense The Observer, del que fue dueño durante 13 años, a su implacable pero vano intento por destruir a su archirival, el magnate egipcio Mohammed Al-Fayed, propietario del Grupo Fraser que controla la lujosa tienda Harrods.

Apodado Tiny (diminuto) por su niñera, que jamás sospechó que algún día llegaría a medir casi dos metros, Rowland sobresalió en el mundo de los negocios desde su juventud, cuando comenzó a trabajar en Rodesia para la firma London and Rhodesian Mining Company. Allí conoció e impresionó al empresario Angus Ogilvy con una serie de acertadas operaciones que ampliaron la actividad de la firma a las esferas del comercio automotríz, plantaciones de azúcar y la industria de hidrocarburos, particularmente en Mozambique. En esa época estableció sólidos vínculos con los gobiernos de varias naciones africanas, donde adquirió un relieve de benefactor y amigo. El expresidente de Zambia, Kenneth Kaunda, declaró ayer: Rowland era un hombre lleno de compasión. Trabajamos juntos para fortalecer las economías del continente africano. Su muerte es una pérdida para todos.

Roland Tiny Rowland vino al mundo como Roland Walter Fuhrhop en Noviembre de 1917. Nació en un campo de detención británico en la India. Allí, su padre, el comerciante alemán Wilhelm Fuhrhop, representaba a una próspera firma de Hamburgo, pero la familia de alemanes fue detenida durante la primera guerra mundial. Rowland pasó parte de su niñez en Alemania, donde militó en las filas de la juventud hitleriana hasta que los nazis se incautaron del negocio de su padre y la familia se trasladó definitivamente a Inglaterra. Para Rowland fue el inicio de una rocambolesca carrera en el campo de los negocios.

Su estilo autoritario le costó numerosas enemistades, pero resistió varios intentos por deponerlo de la cúpula del grupo, que adquirió importante perfil político durante la década de los 70. A pesar de su enorme poder no vio todas sus ambiciones materializadas.

Derrotado y amargado por su fracasado intento por hacerse con Harrods en la más agria disputa de la historia comercial en el Reino Unido, Rowland denunció al gobierno de tratarlo injustamente y a Al-Fayed de ocultar el verdadero orígen y magnitud de su oscura fortuna. Nunca pudo recuperarse de su fracaso en la compra de Harrods, la joya de la corona de la Casa Fraser, y en 1995, debilitado aún más, tuvo que ceder la máxima jefatura del grupo al financiero alemán Dieter Bock. Incluso desde su semijubilación, Rowland siguió atacando a Al-Fayed en la continuación de una batalla legal que duró 14 años y que supuestamente costó cerca de 40 millones de libras esterlinas. Hace cinco años hubo un intento de reconciliación entre bocadillos, abrazos y copas de champán en uno de los suntuosos salones de Harrods. Fue sólo una tregua que ambos utilizaron para hacerse de más munición. El año pasado Al-Fayed tuvo que comparecer ante una comisaría de Londres en medio de acusaciones de que sus empleados habían violado la caja fuerte que Rowland mantenía bajo las bóvedas de la casa Harrods. Rowland le acusó además de intento de soborno para mentir a los investigadores de un escándalo de corrupción que afectaba a Al-Fayed y a algunos políticos conservadores. Cuando la oficina de Al-Fayed fue consultada sobre la muerte de Tiny Rowland, la respuesta fue un seco no comment, informó The Observer.-

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