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Entrevista:BETH GALÍARQUITECTA

"Vuelve una especie de porciolismo"

Días pletóricos para la arquitecta Beth Galí (1949). La ciudad holandesa de Hertogenbosch, en cuyo centro histórico ha trabajado intensamente, programa una exposición sobre su obra. Y tal vez lo más importante de esa exposición sea el hermoso libro-catálogo Arquitectura y diseño (1966-1998). Los holandeses, buenos y agradecidos clientes, le han concedido, además, el Premio Nacional de Urbanismo, tras el descarte de 60 colegas propuestos. Pregunta. Holanda la quiere. Respuesta. Quiere a Barcelona. Mi trabajo allí, como el de otros colegas catalanes en el extranjero, no es nada más que la proyección de un éxito. Barcelona ha sido la primera ciudad donde el espacio público se ha proyectado como una arquitectura. P. ¿Fuera también lo piensan? R. Sobre todo lo piensan fuera. A mí no se me ocurren ejemplos anteriores de otras ciudades europeas. París, que es un caso que conozco bien, planea las operaciones de La Villette y del parque de la Citroën después del 79, es decir, después del primer mandato democrático, el del alcalde Serra. P. Ese modelo es el resultado de un acuerdo entre Serra y Bohigas. R. Yo creo que el acuerdo, la sintonía entre los políticos y los arquitectos, es la enseñanza más importante del modelo Barcelona. La Administración es el mejor cliente que puede tener un arquitecto. Al menos la que nosotros hemos tenido. Y es lo que tratamos de explicar siempre en el extranjero. P. ¿Ha cambiado al hombre barcelonés el urbanismo de estos 20 años? R. Para mí está claro. ¿Alguien puede dudar que actuaciones como las de la plaza de la Mercè mejoran decisivamente la calidad de vida de las personas, y por tanto a las personas? Además, la prueba es que ya ganan las derechas... P. Bueno, eso sólo puede ser un presagio. R. No han ganado en las municipales, pero ganan en las autonómicas... P. Creo que ya ganaban un año después de los primerísimos movimientos urbanísticos. R. ¡Ja, ja!, efectos inmediatos. P. ¿La calidad de la vivienda barcelonesa es comparable a la de la europea? R. Es superior. En Holanda la vivienda social es de 60 metros cuadrados. Aquí de 90. P. Tienen su jardincillo. R. Lo que quiera. Pero 60 metros. P. ¿Qué problemas tenemos ahora? R. A pesar de todo lo hecho, seguimos teniendo zonas de inhabitabilidad en el Casc Antic. Y una ciudad ruidosa como pocas. Y unas periferias que, a pesar de lo que digan unos cuantos arquitectos narcisistas, son de escándalo. P. En el barrio viejo se trabaja sin tregua. R. Se hacen agujeros sin tregua. P. Dicen que la destrucción construye. R. No siempre. Una especie de porciolismo vuelve a Barcelona. Se hacen grandes operaciones, como la de esa rambla que van a llamar del Raval, pero nadie proyecta. Abren por donde les va bien, por donde las expropiaciones son fáciles, sin pensar si es allí donde se necesita. P. Tal vez obliga a ello la propia perentoriedad de la reforma. R. El barrio viejo necesitaba una cirugía de láser. Ni siquiera una cirugía convencional. Siga usted la calle Nou de la Rambla y llegue a esa avenida horrible de las Drassanes. Se preguntará dónde está el barrio, dónde la continuidad de la trama. Los italianos han hecho eso de maravilla. Han higienizado, pero han respetado. Aquí abrimos solares para que levanten luego esos bloques horribles de la Generalitat. Cierto, hay luz, hay aire, la vida mejora, pero se podría haber hecho lo mismo con respeto y con un cuidado... íntimo. Pero, ya digo, el problema principal es que no se proyecta. No se piensa. P. Quienes deben pensar son los técnicos municipales. R. En este preciso momento tengo la impresión de que allí no hay nadie que piense. Yo me pregunto en qué manos está el urbanismo de Barcelona. ¿Es que está en manos de alguien? P. Es una pregunta hiriente para una institución que promovió el gran cambio urbanístico y que sigue en las mismas manos políticas. R. Pues esto es lo que creo. Ya sé que puede traerme problemas: encargos... esas cosas. Pero, bueno, siempre nos quedará Holanda. P. Su carrera de arquitecta ha coincidido con su convivencia con Oriol Bohigas. Una personalidad fuerte. R. Fuerte, sí, absorbente. P. ¿Le ha sido fácil desenvolverse? R. No, no ha sido fácil. Pero ha sido muy intenso y muy importante. Crucial para mí, claro. P. ¿Ha podido desarrollar un lenguaje propio? R. Sí, eso sin problema. Yo admiro la arquitectura de Bohigas, pero me siento muy lejos de ella. Yo soy de otro mundo. Nunca hemos trabajado juntos, que es lo que hacen la mayoría de las parejas de arquitectos, salvo una escultura muy divertida que hicimos en honor de Pich i Pon. Pero lo admiro. Él y su gente han llegado a los 75 con la misma calidad de sus mejores años. Y eso es muy difícil.

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