50 metros a rastras
Menuda etapa. Si hubiera ido normal, habría sido menos costosa. Pero así es esto. Estuve en todos los ataques de salida, me metí en un corte con Totschnig, Cabello y Sierra, pero no querían tirar. Yo quería hacer hueco, pero solo no podía y nos han cogido. Y eso que iban parados atrás. También estuve en los ataques del Aubisque y hasta vi salir a Vasseur, dudé de si ir a por él o no, pero ya estaba a 15 o 16 segundos y era tarde.Bajando el Aubisque, en la primera curva a la izquierda, se cayó uno. En la segunda, otros cuantos, entre ellos Casagrande. Por detrás se me acercó Abraham. "Arri, cómo van delante". Todo niebla. Escudriñé un poco, a 15 metros vi a Riis y a Ullrich. Decidimos guardar las distancias. Iba Voigt delante de nosotros y se salió en una curva, le adelantamos bien. En la siguiente, todo ofendido, vino a adelantarnos. Y en ese momento se le fue la bici. No se lo que haría. A mí me enganchó y me llevó con él, Abraham tocó el freno y, tal y como estaba el suelo, se fue. Recorrimos 50 metros a rastras. Hemos parado, yo sin poder moverme, sin poder desenganchar el pie del pedal y con la bici encima. Y él con una cara de susto tremenda, como cuando ves al de la guadaña que dice Txente. Él siguió y a mí me ayudó a de-sengancharme un espectador. En la rodilla se me levantó un poco la piel y sangré espectacularmente, nada. Pero lo que más me molesta es el hombro. Y el culotte todo roto. Paré en el coche de Carlos para coger un imperdible y sujetármelo un poco: se me veía hasta la badana. Tiré para abajo y otra vez vi a Voigt salido en una curva y con la rueda rota. Menudo día ha tenido el alemán.
Empalmamos ya abajo del Soulor y ahí ya se me había ido la idea del día, que era meterme en un corte bueno: cuando ya enlazamos ya había salido el corte definitivo. Así ya no es lo mismo, vas diferente. Subimos el Tourmalet a la marcheta que puso el Telekom. Yo ya me solté a ocho kilómetros para no sufrir los acelerones en las curvas. Me dejé caer hasta los coches. Allí se va bastante a gusto, pero a los cuatro kilómetros me dejaron al aire. Me junté con Marino, y bajando el Tourmalet, él prefirió echar el freno y yo me lancé en la niebla, porque conocía bastante bien las curvas. Y si las conoces no hay peligro.
En Sainte Marie de Campan nos esperaba Jaimerena, me dijo que estábamos a 1.20 de la cabeza, pero oí que arrancó Jalabert en Aspin y ya vi que no entraba. Al final ha sido llegar como podía, pero a un ritmo tampoco muy lento, porque después de ir todo el día mojado, si te paras, te agarras un catarro seguro.
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