Medio siglo haciendo ataúdes
Para cualquier empresa, cumplir el medio siglo de existencia ya es un logro a tener en cuenta. Pero en una cooperativa, una efemérides así roza el milagro. La Divina Aurora de Xàtiva, dedicada a la fabricación de arcas fúnebres, no sólo puede presumir de haber aguantado el tirón de sus primeros 50 años de existencia, sino que llega a su aniversario como el "líder en España del sector", según sus responsables, y una vitola de productor de ataúdes "de calidad". No en vano, en sus factorías se han fabricado y diseñado las arcas de numerosas personalidades. Entre los "clientes pasivos" -según el argot de la empresa- más célebres, figuran el almirante Carrero Blanco, asesinado por ETA, la directora de cine Pilar Miró o el jugador de baloncesto Fernando Martín, para quien se improvisó un gigantesco ataúd de 2.20 metros de longitud. Este apreciable currículum no deja de ser anecdótico, pero también es ilustrativo de la evolución de la empresa. Hace 50 años, el propietario de una pequeña y poco rentable fábrica de arcas fúnebres, José María Crespo, convencía a una treintena de trabajadores para crear una cooperativa e intentar sacar adelante el negocio. Con 300.000 pesetas de la época y una infraestructura más bien precaria, la sociedad comienza una difícil andadura: jornadas de 12 a 14 horas, alargadas en ocasiones para equilibrar la producción y poder disfrutar de algunos días festivos, y sueldos que oscilaban entre las 180 y las 300 pesetas por semana (40 para los aprendices). Los esfuerzos dan sus frutos y décadas después, Divina Aurora ya produce arcas para toda España. Hacia 1973, ya puede invertir beneficios en una sustancial mejora de sus instalaciones y dos años más tarde, la Dirección General de la Obra Sindical de Cooperación distingue a Divina Aurora como "cooperativa ejemplar". El propio Francisco Franco, el 18 de julio de 1975, haría entrega a la cooperativa del nombramiento. El dictador fallecería poco después, y en contra de la versión que siempre ha circulado por Xàtiva, no sería enterrado en un ataúd de la cooperativa setabense. Por entonces la empresa parecía plenamente consolidada, pero la dimisión de quien fuera su presidente durante 27 años, Alfonso Alcázar, y la crisis económica de finales de los ochenta, ponen en serios aprietos a Divina Aurora. Félix Pont, que asumió la presidencia en 1990 con tan sólo 33 años, junto a sus colaboradores, también muy jóvenes, consiguió reconducir la situación sectorializando la gestión y mejorando la tecnología de la cooperativa. Para el despegue, además, pusieron en marcha la imaginación: en 1991, Divina Aurora aparece en Funeralia, la feria de Girona dedicada al sector, con un innovador sofá-ataud ("compre el sofá hoy y tendrá el ataúd mañana", rezaba el lema publicitario), que llenaría montones de páginas y espacios televisivos y con el que se consigue una inmediata proyección internacional. El inclasificable mueble, casi un símbolo de la cooperativa, sigue expuesto en un lugar privilegiado de la factoría, a la entrada de sus oficinas. Y se sigue mostrando con un indisimulado orgullo a los visitantes. Un sentido del humor un tanto especial al que no son ajenas el resto de empresas del sector. Exportación Actualmente, la cooperativa, que ocupa una superficie de 16.000 metros cuadrados y emplea a 50 socios cooperativistas y 26 empleados, presenta un balance más que saneado, con una producción de 22.796 ataúdes en 1997 para una facturación de 536 millones de pesetas. El reto para el futuro es aumentar su volumen de exportación, situado actualmente en un modesto 2%, en países de América del sur y norte de África. Las primeras picas, en todo caso, ya están puestas en Rusia y Costa Rica. Aprovechando que los resultados acompañan, Divina Aurora ha tirado la casa por la ventana para celebrar su 50 aniversario. En un acto celebrado hace un mes y en el que estuvo presente el consejero de Industria, Diego Such, se descubrió una placa conmemorativa y se celebró el evento con una comida en la que estuvieron presentes numerosos invitados, amén de los trabajadores y cooperativistas. Paralelamente, se presentó un libro, escrito por el periodista setabense Vicent Soriano, en el que se recoge la historia de Divina Aurora. La cooperativa no sería lo que es sin su capacidad de inventiva. En la última edición de Funermostra, en Valencia, la empresa envió un muestrario de ataúdes de colores llamativos y arcas decoradas con los escudos de clubes de fútbol para los más forofos. Entre las novedades se podía ver una caja con mando a distancia para "incorporar" parcialmente el cuerpo del fallecido. ¿Morbo? No exactamente. "De lo que se trata", apunta el presidente, Félix Pont, "es de que las familias puedan ver mejor el cuerpo del fallecido".
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