¿Dónde está el genio?
Los brasileños siguen preguntándose qué le pasó a Ronaldo en la final de la Copa del Mundo de Francia
Ronaldo está condenado a ser noticia. Es su sino. Sus genialidades en los campos de fútbol han hecho correr ríos de tinta. Pero en la reciente final de la Copa del Mundo, el partido por el que suspiraban millones de brasileños, la noticia fue que el genio estuvo prácticamente ausente del terreno de juego. El venerado Ronaldinho apenas tocó el balón, anduvo estático, no creó una sola ocasión de peligro y desperdició algún que otro gol. Sin las genialidades de Ronaldo la selección de Brasil perdió el partido, y, lo que es peor, fue goleada y humillada por Francia. ¿Qué pasó con Ronaldo y el resto del equipo? ¿Por qué jugaron todos tan mal?En Brasil rápidamente encontraron una explicación al desastre colectivo. Los comentaristas de la cadena O Globo difundieron la noticia de que horas antes del partido Ronaldo tuvo problemas con su estado de salud. Problemas serios, que requirieron su ingreso en una clínica, donde fue sometido a varias pruebas -exámenes neurológicos y cardiológicos, del fondo del ojo y de psicomotricidad-. Se habló de una convulsión de 30 segundos, de una crisis emotiva producto del estrés y de un sofoco, en palabras del propio jugador. Hasta hoy, nadie ha podido explicar, para que todo el mundo lo entienda, qué tuvo Ronaldo aquella tarde del 12 de julio. Ni los médicos brasileños se han puesto de acuerdo a la hora de hacer declaraciones. El doctor Lídio Toledo, de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), aseveró que el jugador fue víctima de una convulsión. Luego empezaron a circular versiones de una presunta crisis epiléptica. Toledo dijo que el jugador tenía la lengua enrollada con grave riesgo de asfixia. César Sampaio, uno de los primeros compañeros en atender a Ronaldo, ha negado esta versión y asegura que abrió la boca del jugador "por precaución, porque tenía dificultades para respirar". El médico Joaquim da Matta, que acompañó a Ronaldo a la clínica antes del partido, ha declarado que "no toda convulsión es epilepsia" y afirma no tener ninguna duda de que Ronaldo podía jugar el partido.
Este es el punto más controvertido de toda la historia. El seleccionador Lobo Zagalo estuvo a punto de dejarlo en el banquillo. En realidad, en una primera lista del equipo difundida por la FIFA Edmundo ocupaba la plaza de Ronaldo, pero ante la insistencia de éste por jugar y las presiones de otros jugadores, el entrenador acabó incluyendo al goleador en el equipo inicial. Según declaró después del partido, Zagalo pensó que la ausencia de Ronaldo tendría consecuencias psicológicas negativas para sus compañeros. La realidad es que el equipo brasileño salió al estadio Saint Denis agarrotado y desde el primer minuto estuvo a merced de la rapidez del rival. No era sólo Ronaldo el que fallaba. ¿Estaban sus compañeros más pendientes de su salud que del partido? Puede valer como explicación para la hinchada brasileña, pero es poco verosímil. Ahora, en Brasil, el capitán Dunga ha dicho que fue un error que Ronaldo saliera al terreno de juego, que perjudicó al equipo en el partido más importante de la carrera de todos los jugadores y que la comisión técnica no respetó la salud del jugador.
La selección al completo llegó el martes a Brasil, donde fue recibida con todos los honores -cazas de la Fuerza Aérea escoltaron al avión poco antes del aterrizaje- por el presidente, Fernando Henrique Cardoso. Una imagen quedó grabada en la mente de todos: Ronaldo bajó lentamente por la escalera del avión agarrándose a la barandilla como si fuera un anciano. Las dificultades de sus movimientos se repitieron a la hora de subir al autobús. "El chico no está bien", era el comentario generalizado. Si se trataba de dar una imagen que preocupara a la afición, el objetivo estaba plenamente logrado.
Pocas horas después, un Ronaldo revitalizado y con ánimos para abroncar a los reporteros salía de su casa en Río al volante de un flamante Mercedes. Se mantuvo a la expectativa hasta el jueves pasado, cuando rompió el silencio y afirmó que el día del partido no sufrió ninguna convulsión, en contra de la versión difundida por la comisión técnica de la selección. "Nunca hubo nada de eso. El problema se produjo a causa del estrés", dijo, desmintiendo a los médicos y a sí mismo. "El problema es que todo el equipo jugó mal y mucha gente trata de cargarme la culpa de la derrota", fue su explicación. Por lo tanto, no piensa someterse a nuevos exámenes, en contra de la voluntad de los médicos de la CBF. "No tengo nada", asegura, y recuerda que ya pasó una revisión en Francia. No olvida, empero, lo que se ha escrito sobre un supuesto ataque epiléptico. "Estoy muy molesto con la prensa, con las informaciones disparatadas que salen sobre mi estado de salud". De ostensible malhumor, la emprendió con un grupo de periodistas deportivos en la puerta de la residencia de su madre en Río: "Hablad todo lo que queráis, sólo habláis mierda".
La polémica sobre si fue acertada su alineación en la final de la Copa del Mundo sigue abierta en Brasil y probablemente durará el tiempo necesario para digerir la derrota. El último en hablar ha sido Zico, asistente de Zagalo, que el viernes, a su regreso al país, echó un poco más de leña al fuego al declarar que Ronaldo no tenía que haber jugado. Hasta ahora no hay otra explicación posible del 3-0 de París para los brasileños: tiene siete letras, empieza por r y termina en o.
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