El niño con otitis, 15 días sin baño

Las piscinas en verano, para el oído, son un peligro. Permanecer mucho tiempo en el agua trae consigo que la piel del oído externo, al estar continuamente húmeda, pierda la capa de defensas que la protejen y contraiga una infección, la que conocemos como otitis. "El niño, en cuanto siente dolor en esa zona, avisa; hágale caso. ¿Cómo? Obligándolo a salirse del agua y prohibiéndole que, al menos en quince días, no vuelva a entrar en ella", dice Francisco José Estrada Conde, jefe de sección del Servicio de Otorrinología del Hospital Virgen Macarena. Y es que en estas fechas, son los niños, -sobre todo los que están en edad escolar-, los que más acuden a los servicios de urgencias de los hospitales por culpa de estas infecciones. Eso por no salirse a tiempo del agua, o por no cumplir las indicaciones del médico. Estrada Conde cuenta que la mayoría de los pacientes con otitis repiten consulta varias veces a lo largo del verano por esta causa. Los síntomas de la otitis son el dolor, la irritación y picor en el conducto auditivo externo, la sensación de taponamiento, la pérdida de agudeza auditiva, la supuración, y la fiebre. En la mayoría de los casos la enfermedad se cura sin mayores contratiempos, pero también puede ocurrir que, si no le hacemos caso, degenere en patologías más graves. Irritación de garganta o de las fosas nasales, pueden tener su origen en una infección del oído provocada por bacterias o por hongos. El especialista aconseja tomarse muy en serio a este órgano vital. No manipularlo para nada ni con nada es lo aconsejable. Fuera de lo que es el pabellón de la oreja, debemos evitar tocarnos. Introducir en los oídos bastoncillos es una temeridad; pueden romperse y quedarse dentro. Pero peor es rascarse con objetos punzantes; al menor descuido nos perforarán el tímpano y... adiós piscina. Luego estará prohibido bañarse. Y eso es peor.