_
_
_
_

A Juan García Soto

Hace 33 años coincidí laboralmente con don Juan García Soto en un establecimiento hotelero de la Costa del Sol en aquella España "grande y libre", donde genéricamente, naturalmente con excepciones, el miedo al patrón, al jefecillo, al cliente de turno o a la Guardia Civil era la doctrina impuesta de obediencia a los pobres de Andalucía (que, por cierto, éramos casi todos) con la voz dulce y arenosa de los curas. Este establecimiento no iba a ser una excepción. Don Juan, en aquella época, era jefe de departamento, según mi escala de mando él era el número cuatro. Recuerdo, con la claridad y oscuridad que le da a uno tener que trabajar 15 horas diarias con 14 años, que la figura de este hombre era para los casi 200 empleados la figura de la amistad, la libertad, la profesionalidad y solidaridad, yo como niño educado e instruido, como todos, en el reglamento y obligaciones veía a este hombre como a un loco, naturalmente como a un loco divino. Un loco que compartía mesa y comida con los pringosos, un loco que se reventaba con la dirección de la empresa, con lo que conllevaba esto en aquella época cuando la comida del personal era incomestible. Un loco cuando el plato de comida extra que se le daba al personal de corbata, el único comestible, se lo daba a los aprendices. Un loco que ocupando un puesto profesional privilegiado ante las injusticias laborales de la empresa se enfrentaba a ella defendiendo a los pringosos. Un loco que ofrecía su casa a la clase obrera para compartir con el y su familia un plato de comida o un baño en la piscina de su casa. Un loco que probablemente tuvo que irse de esta empresa porque se enfrentó al sistema laboral establecido. Entender esto ahora, en 1998, quizá resulte ridículo, incomprensible e intranscendente. Gracias amigo, porque tú me hiciste creer en la libertad, y yo con mis 14 años, mi hambre, mis anemias, mis cansancios, mis miedos y mi ignorancia sabía que con seres humanos como usted el hombre nunca podía perder la esperanza en una sociedad más justa. La Costa del Sol le debe mucho y especialmente Benalmádena.- Bartolomé Florido Luque. Arroyo de la Miel (Málaga).

Estudiar arte

Según la Ley de Educación, los alumnos y alumnas que deseen, desde la ESO, el BUP, la FP u otros planes de estudio continuar sus estudios de Bachillerato, pueden optar por una de las cuatro modalidades que del mismo deben ofertar los centros educativos. En la ciudad de Sevilla existen únicamente dos centros con la modalidad de Arte: el Instituto Ramón Carande y la Escuela de Arte Pabellón de Chile. En este último centro han solicitado plaza parar el primer curso 235 alumnos, siendo el número de plazas de 74. Un grupo de personas, tanto alumnos como padres, pertenecientes al colectivo de 153 solicitantes no admitidos, nos hemos reunido para manifestar nuestra protesta por lo que creemos es una deficiencia de la oferta educativa. Deficiencia que ya fue denunciada el curso pasado ante el Defensor del Pueblo Andaluz. El cual, en su escrito de 31 de octubre de 1997, transcribe la recomendación por él formulada ante la delegación provincial de Educación de Sevilla, que decía así: "que se lleve a cabo la pretendida y necesaria ampliación de grupos en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Sevilla para dar cabida a los alumnos que han solicitado cursar los estudios de Bachillerato en la especialidad de Artes". Con independencia de las diversas acciones que tanto individual como colectivamente pensamos llevar a cabo, creemos necesario hacer partícipes a los sevillanos de un problema que consideramos puede afectar, además de a los no admitidos en la actualidad, a todos aquellos que en un futuro puedan encontrarse en la misma situación.-

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_