Un demente mata a un joven y hiere a otros dos en La Vila porque no le dieron un cigarro
Luis M. M., un enfermo mental conocido en La Vila Joiosa por pasearse por las calles del pueblo tocando una guitarra, cambió en la noche del jueves su instrumento por una navaja y supuestamente acabó con la vida de un joven y dejó malheridos a otros dos. A continuación, Luis, de etnia gitana, se fue a su casa, donde esperó a la policía, que le detuvo poco después. El suceso ha causado estupor en La Vila, donde ayer ya se convocaron manifestaciones. También ha despertado reacciones racistas, con las primeras muestras de rechazo contra la etnia gitana.
Todo comenzó a las 23.30 horas, cuando el presunto homicida, que se encontraba sentado cerca de un grupo de vecinos junto al hogar del pensionista, asestó una puñalada, sin mediar palabra, a Ángel Alonso Soriano, de 23 años. El joven, gravemente herido, fue trasladado al hospital de La Marina Baixa. Luis M. M. se fue del lugar a pie y se cruzó con otros dos jóvenes en la calle de Pizarro. Pidió un cigarro a uno de ellos, y cuando éste le contestó que no llevaba tabaco, la emprendió supuestamente a navajazos. A José Tomás Hidalgo Mora, de 22 años, le cortó la cara, mientras que a Salvador Mas Riquelme, de 24, lo dejó muerto sobre la acera. Después, Luis M. M. se fue a su domicilio, donde esperó la llegada de las fuerzas de seguridad y se entregó sin oponer resistencia. El detenido no llevaba encima su navaja. La policía sospecha que se deshizo de ella cuando iba camino a casa. Las víctimas pertenecían a la peña Mercaders y se hallaban inmersas en los preparativos de las fiestas de Moros y Cristianos del pueblo, que comienzan el día 24. El sentir generalizado de los vecinos de La Vila, que ayer cortaron la carretera N-332 en el centro del pueblo en señal de protesta, es que lo sucedido era "cuestión de tiempo". Luis M. M., que padece esquizofrenia, era tristemente conocido por haberse visto envuelto hace un tiempo en un accidente de circulación en el que murió el conductor del otro vehículo. Los vecinos aseguraban ayer que conducía sin carné. El Ayuntamiento emitió ayer un comunicado en el que asegura que había realizado gestiones ante varios organismos públicos para conseguir su internamiento en un centro psiquiátrico. Según esa nota, no está claro qué organismo es competente para estos enfermos, "que suponen una importante carga tanto para la sociedad en general como para sus familiares en particular". Los graves sucesos han conmovido fuertemente a los habitantes de La Vila. Prácticamente todos los comercios permanecieron cerrados en señal de duelo y, por primera vez, los barcos adelantaron varias horas su regreso a puerto para que los marineros pudieran asistir a las manifestaciones. Un gran número de vecinos se concentró en diversos puntos del pueblo para expresar su indignación por el asesinato. Los ánimos estaban muy exaltados, y dos eran los objetivos en el punto de mira de la ira de la población: el alcalde, el socialista Juan Segovia, y la comunidad de etnia gitana, a la que pertenece el detenido. Ambos objetivos podían resumirse en uno: la criminalización de todos los gitanos de La Vila por el asesinato cometido por uno de ellos, ya que los insultos y las peticiones de dimisión dirigidas al primer edil se fundamentaban en afirmaciones como ésta: "Ha promovido el asentamiento de gitanos y delincuentes que llegan de todas partes, les regala casas y no les exige el pago de impuestos", según una vecina que no desea ser identificada. Esa misma mujer reconoció haber insultado a un matrimonio gitano sin saber si tenía vinculación con Luis M. M. Una adolescente, María Fernández, aseguró que por la mañana había sido expulsada de un supermercado por ser gitana. Los gitanos de La Vila reclamaron, por su parte, su derecho a no ser "metidos en el mismo saco". "Sois todos iguales: unos asesinos", increpó ayer una mujer a un grupo de gitanas en la calle Mayor, entrada al casco antiguo, donde vive la mayor parte del colectivo. Pese a que algunos manifestantes intentaron desvincular sus reivindicaciones de las soflamas racistas de la mayoría, la afirmación provocó un intenso enfrentamiento verbal. Fina Marset, propietaria de una fonda que tuvo que cerrar por la delincuencia generada por el tráfico de drogas, dio un ejemplo de tolerancia: "Yo siempre he vivido entre gitanos y nunca me ha pasado nada. Sólo hay cuatro familias que trafican con drogas", relató. Al cierre de esta edición, la corporación municipal se mantenía reunida para analizar los acontecimientos y decidir las medidas a adoptar para calmar los ánimos ciudadanos. El temor a que se desataran actos de represalia mantenía en alerta a las autoridades. La jornada de hoy ha sido declarada de luto oficial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.