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Los nacionalistas reclaman a la sociedad española un "cambio de cultura"

Enric González

Convergència i Unió, Partido Nacionalista Vasco y Bloque Nacional Galego volvieron ayer a reclamar "una nueva cultura política", "la articulación del Estado español como plurinacional" y el "reconocimiento jurídico-político" de las "realidades nacionales" de Cataluña, País Vasco y Galicia. Pero, por primera vez, lo hicieron de forma conjunta. La llamada Declaración de Barcelona abre, según los firmantes, "una nueva etapa" en el desarrollo político español.

La Declaración de Barcelona es un texto breve y calculadamente moderado, en el que no se aborda el conflictivo asunto de la reforma constitucional. Se trata, según sus redactores, de un punto de partida para "una relación estable y permanente". El lunes se presentará una ponencia de trabajo de contenidos más audaces, y tras las vacaciones se celebrarán nuevas cumbres nacionalistas: en Bilbao en septiembre, y en Santiago de Compostela en octubre.La declaración es "una oferta de diálogo a España, no una búsqueda de confrontación", afirmó Pere Esteve, secretario general de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). "Proponemos un cambio contrapuesto a la cultura política dominante, la del PP y el PSOE, que se empeñan en cerrar y dar por zanjados los asuntos, mientras nosotros queremos hablar, cambiar, progresar", siguió el dirigente catalán.

"No somos nacionalistas imperiales, como el Partido Popular y el PSOE; nosotros, en nuestra modestia, sólo queremos ser. La sociedad española seguirá oyendo hablar de nosotros y de nuestro trabajo conjunto", explicó a su vez Xabier Arzallus, presidente del Euskadi Buru Batzar.

El líder del Bloque Nacional Galego (BNG), Xosé Manuel Beiras, manifestó por su parte que "sólo por las ventanas de las nacionalidades" podía "entrar oxígeno en el recinto cada vez más viciado del Estado español".

Cambio constitucional

Los tres dirigentes nacionalistas coincidieron en que sus planteamientos podían desembocar en una reforma de la Constitución. Esteve, sin embargo, matizó que no se trataba de una necesidad urgente. "Si logramos implantar la nueva cultura política que proponemos, es probable que como conclusión del proceso sea necesario adaptar el texto constitucional", dijo.Arzallus, mientras, consideró que "la Constitución es para la sociedad, y no al revés: si no fuera adaptable a las nuevas situaciones, no serviría". Admitió que la Constitución reconocía "el hecho plurinacional", pero añadió que en su desarrollo todo había quedado "en agua de borrajas". Beiras dijo que los objetivos nacionalistas se conseguirían "por la fuerza de las cosas, porque es imposible que el Estado español sea impermeable al proceso que se está dando en toda Europa". Y explicó que con la Declaración de Barcelona no se hacía un llamamiento "al PP o al PSOE, sino a la ciudadanía, que no es idiota". "Puede estar dándose un divorcio creciente entre lo que dice una cierta clase política y lo que piensa la gente", añadió el dirigente del BNG, para quien uno de los objetivos de la alianza nacionalista consistía en "disipar los fantasmas, tópicos y mitologías que el aparato de poder del Estado transmite sobre las identidades nacionales".

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"PP y PSOE representan a un nacionalismo de tipo imperial", comentó Arzallus. "Pero no creo que logren pactar una limitación o un bloqueo al desarrollo de las autonomías, porque su nivel de aversión mutua es demasiado alto para conseguirlo", agregó.

La Declaración de Barcelona se remite a anteriores iniciativas de este siglo, como la Triple Alianza de 1923 o la Geleuzca de 1933, y deja abierta la posibilidad de que se incorporen al proceso otros partidos nacionalistas, como Esquerra Republicana en el caso catalán o Eusko Alkartasuna en el País Vasco. Las nuevas incorporaciones, sin embargo, no se realizarán antes de octubre. "Hay un primer ciclo que comprende tres reuniones: la de Barcelona, la de Bilbao y la de Santiago; sólo después podríamos hablar de nuevos socios", dijo Beiras.

Ausencia de Duran

Aunque CiU firmó la declaración como coalición, con Pere Esteve por Convergència y Domènec Sesmilo por Unió, el partido democristiano parecía ir un paso por detrás del resto. Sesmilo, vicepresidente del Parlamento catalán, no figura entre los máximos dirigentes de Unió, y en la rueda de prensa en la que se presentó el documento mantuvo un llamativo silencio. El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, prefirió eludir la asistencia al acto de la firma cuando supo que tampoco estaría presente Jordi Pujol. El presidente de la Generalitat, sin embargo, recibió el miércoles a Beiras y conversó ayer largamente con Arzallus, fundamentalmente acerca de la posición conjunta sobre terrorismo y pacificación que preparan PNV y CiU al margen de la Declaración de Barcelona. Pujol volverá a reunir hoy en el Palau de la Generalitat a los firmantes del texto. Duran, mientras tanto, permanece en el extranjero.

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