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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Testigo de excepción

Me gustaría hacer unas reflexiones a propósito de Joaquín Leguina desde el profundo conocimiento que de él tengo como persona y como político, y que se remonta al año 1979.En ese año llegó al Ayuntamiento de Madrid como concejal de Hacienda, y, en los cuatro años que allí estuvo, su saber hacer y su capacidad de trabajo crearon en los funcionarios que a su alrededor trabajábamos entusiasmo y admiración (partiendo de la base de que ninguno militábamos en el PSOE). A partir de entonces, y gracias a él, yo comencé a conocer al partido socialista. Llegó el año 1983 y Joaquín ganó las elecciones autonómicas, pasó a ser el presidente de la Comunidad de Madrid y yo me trasladé con él. He vivido y sufrido todos los avatares que, como cualquier político, a lo largo de su trayectoria, ha tenido: 3% (al final el tiempo le dio la razón), moción de censura (que no prosperó), pérdida de la mayoría en 1987, negociaciones duras de 1991 a 1995 con IU por los continuos pactos que hubo que hacer y, por último, la pérdida en las últimas elecciones en 1995.

Paralelamente a esto, también he sido testigo de los conflictos habidos en la FSM con profundas heridas que hubo que restañar, aunque él jamás perdió el diálogo con sus detractores.

También fui testigo en la noche del 28 de mayo de 1995, cuando supimos que habíamos perdido en Madrid, de cómo llamó a Ruiz-Gallardón, le felicitó y, con una gran tranquilidad, compareció ante los medios y admitió su derrota con total normalidad.

Por último, he vivido los últimos acontecimientos de las primarias en Madrid.

Día a día le he visto irse entusiasmando en la campaña con caballerosidad hacia su compañero de partido (que no enemigo) y con agresividad hacia su adversario político, el actual alcalde de Madrid, pero una agresividad desde el convencimiento de que le asistía la razón, y he vivido, ¡oh, cielos!, la noche del 27 de junio, su derrota en las dichosas primarias, y he comprendido que esta derrota no era para él como la de 1995.

Ésta era una derrota pergeñada desde la intriga de un grupo minoritario y novedoso en este partido, pero con habilidades especiales en el campo del trapicheo de votos, y he entendido su rabia y su disgusto y esa impotencia que se siente cuando muchos de los que él ha encumbrado ahora le daban la espalda, y también al saberse apoyado por muchos madrileños que gustosos le hubieran dado su voto, pero... ¡no han podido!... no eran del PSOE. Si eso es no saber perder, pues... bueno. Yo desde aquí le quiero animar a seguir trabajando, y sé que lo hará, a favor de un proyecto en el que cree y ha creído siempre, sin sillones ni collares (para él no ha sido esto nunca lo importante).- Agrupación de Moncloa.

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