Burla a la censura
En los años cuarenta, un español burló la censura franquista en Francia y puso al alcance de los exiliados una ingente cantidad de libros y nombres prohibidos. Todo con carteles de lujo: Gil de Biedma, Muñoz Suay, Carlos Barral, Luis Buñuel, Tuñón de Lara, los hermanos Goytisolo y Max Aub. Intelectuales perseguidos que se apuntaron a las tertulias que organizaba en su librería de París, que hoy sigue en pie. Es Antonio Soriano, un segorbino de 85 años, que el próximo mes volverá a la ciudad para recibir el título de hijo predilecto. Un galardón sentimental que une al Premio León Felipe (1994) y a la encomienda de la Orden del Mérito Civil (1996). A Soriano le echaron de España a "bombazo limpio" en 1939. Se llevó con él un tifus contraído en el frente de Aragón y una bala incrustada en el cuerpo. Por ser rojo. Su compromiso político había desembocado en Cataluña, antes de la guerra civil, en una amistad con cargos políticos de izquierdas. Más tarde, con la afiliación a las Juventudes Socialistas Unificadas de Barcelona. Demasiadas evidencias de antifascismo. La única salida fue la huida. Pero ésta no mermó su combate personal. Ya en Francia, Soriano organizó actividades de asistencia a sus compatriotas, concretadas en la edición de una revista semanal, Alianza, la primera publicación clandestina que veía la luz en suelo galo, el 14 de abril de 1941. De vida, 33 números. Soriano aún conserva un ejemplar del primigenio, el mismo que enterró dentro de un jarrón en el jardín de su casa. La precaución le obligó a quemar el resto. Su labor por la resistencia se completó con la emisión de crónicas para España desde Radio Toulouse y con la fundación del Centro de Estudios Económicos Toulouse-Barcelona. Pero la frenética actividad cultural de Soriano adquirió su máxima relevancia con la creación de una librería española en Toulouse. A través de Andorra introdujo libros vetados por la dictadura. "Todo libro prohibido en España había que conseguirlo y hacía lo imposible para importarlo de Argentina o México", explica Soriano. "Había que hacer la puñeta a la censura franquista", añade. La inclusión de autores españoles en los planes de estudio franceses incrementó la demanda. Él completó la oferta con títulos de editoriales americanas, y con la creación de una revista bibliográfica, Lee. Su reconocimiento internacional, no obstante, nació con una misiva. La cuñada de Luis Buñuel le propuso hacerse cargo de una vieja librería en París, cerrada al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando su nombre apareció en una lista policial, acusado de ocultar bajo la fachada del comercio una organización internacional antifascista. Soriano fue sometido al Tribunal Correccional, pero un certificado de honorabilidad le salvó de la condena. La librería lo celebró con un homenaje ante la tumba de Antonio Machado, en Coulliure, al que asistieron los principales intelectuales españoles. Y además de organizar tertulias que reunían a literatos de renombre, Soriano fundó la Editorial Española, que compró a la Universidad de La Sorbona los derechos exclusivos de publicaciones en castellano. Su librería era lugar de peregrinación de estudiantes españoles, con los que Soriano "hablaba mal de Franco". No volvió a España hasta la muerte del dictador. "Tras la liberación, mi mundo estaba en Francia. En mi país había demasiada represión", expone. El 29 de agosto retornará a Segorbe, cuyo Consistorio ha decidido ahora honrar su trabajo. "Es un Ayuntamiento de derechas y yo de eso no tengo nada. De todos modos, nunca es tarde para acabar de superar la guerra civil", insiste Soriano. En este municipio, en el archivo de la fundación creada en homenaje a su amigo Max Aub, su nombre ya forma historia: 48 epístolas dan fe de su relación con un escritor que, como él, fue maldito por sus ideas.
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