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Reportaje:

Musulmanes, no siempre comprendidos

Los musulmanes de Barcelona dicen sentirse incomprendidos. Quienes profesan el islam deben hacer frente a los tópicos difundidos en Occidente por algunos medios de comunicación, a los excesos cometidos por algunos regímenes teocráticos y a la imagen asociada a algunas crisis políticas, como la argelina. Los fieles practican su fe en pequeñas mezquitas acondicionadas en bajos o pisos, sin alminares ni otros elementos característicos de esos lugares de culto; el almuédano llama a la oración sin que su voz llegue a la vía pública y la asamblea de creyentes reúne una muestra variopinta con mayoría magrebí. Una de estas mezquitas es la del Centro Islámico, en el primer piso del número 326 de la avenida de la Meridiana, que cada viernes convoca en oración a más de un centenar de personas. Nayim al Hassan es el imam a quien todos respetan. Nació en siria y en 1970 se trasladó a España para estudiar Medicina, pero nunca acabó la carrera; en cambio, se quedó hasta 1985 entregado a su religión. Luego marchó a Argentina, donde conoció a una compatriota criada allí, con la que se casó. Regresó en 1997 y tiene nacionalidad española. Al Hassan está seguro de que llegará un día en que se unirán todos los musulmanes, si ésta es la voluntad de Dios, puntualiza; quienes le acompañan asienten. -¿Cómo llegó a imam? -Como todos: por las enseñanzas recibidas y porque la comunidad me aceptó como tal. -La comunidad sólo acepta a un imam si se trata de un hombre sabio -precisa Khaled Aziz. Aziz es la cara opuesta de Al Hassan. Éste es tranquilo y reflexivo, en cambio el egipcio Aziz es todo pasión. Él vino a Barcelona para casarse con una española a la que conoció durante un crucero en su calidad de guía turístico. De aquello hace cuatro años: ahora se gana la vida como traductor árabe-español y español-árabe, y sigue los cursos de doctorado de Filología Árabe de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Todo lo que se relaciona con el islam huele mal en Occidente. Sólo si tienes dinero cambia la cosa", se lamenta Aziz, que teme que cambiar esta situación sea muy difícil. Khaled Aziz es musulmán devoto y apasionado, pero prudente. Su mujer quiere profesar la fe de Mahoma, pero él le insiste en que ha de estudiar más para convertirse: "Ella comprende que la idea que se tiene aquí del papel de la mujer en el islam está manipulada, pero ha de estudiar todavía más". De momento, Aziz acompaña a su esposa y a su suegra a la iglesia cuando ésta acude los domingos a oír misa. "El profeta obliga al musulmán a respetar los otros credos", recuerda el traductor. El aprendizaje por el que pasa la mujer de Aziz lo vivió hace un tiempo Vicente Delfa, católico convertido al islam que frecuenta la mezquita del Centro Islámico. Vicente se llama Hassan desde que cambió de religión, pero todos le siguen llamando por su antiguo nombre en la fábrica de inyección de plástico en la que trabaja. "Yo no sabía nada del islam, pero me hablaron de él y quise averiguar de qué iba eso. Al leer el Corán me vine a la mezquita para aprender más, y la verdad es que me sentó muy bien", lo cual salta a la vista a juzgar por el entusiasmo con que cuenta su experiencia. Este Hassan reconoce que su caso, con ser infrecuente, no le planteó grandes problemas: "La familia ha aceptado lo que ha sido un bien para mí". -¿Y en el trabajo? -Paso de quien se lo toma a cachondeo. El argelino Mustafá gasta ironía de la mejor cosecha, pero no puede evitar un punto de amargura: "Los españoles lo deforman todo sobre el islam". Y sigue en buen francés: "Existe una manipulación occidental permanente". Mustafá reacciona ante la incomprensión de forma muy diferente de como lo hace Vicente-Hassan, como si su credo no admitiera relativizar la fuerza de los tópicos con los que pechan los afectos al Corán en general y el mundo árabe en particular. El paquistaní Abdul Hafez nació en Sarai-Almgir, a medio camino entre Lahore y Rawalpindi, está en Barcelona desde 1974, pero sigue sin comprender los prejuicios forjados en torno al islam. "Ni siquiera sé por qué vine a Barcelona", recuerda Hafez, "iba a Inglaterra a estudiar leyes y finalmente me quedé aquí". Tiene una empresa de importación y exportación y propende a preguntar más que a ser preguntado, en lo cual coincide con Aziz, especialmente interesado en saber qué piensan los no musulmanes de la situación en que ellos se encuentran. Omar, un sirio muy callado que lleva 30 años en Barcelona, tampoco acierta a comprender a qué viene tanto temor al islam. "Nos limitamos a actuar de acuerdo con las normas divinas", asegura Omar. Aun así, las cosas no son fáciles para un musulmán que quiere practicar su religión de acuerdo con todos los preceptos. Hafez evoca la dificultad de cumplir con la oración dentro del horario de trabajo, de celebrar el viernes y de atender a otros requisitos: "Todo esto son problemas añadidos a la búsqueda de empleo, que ya es muy difícil con las normas de la Unión Europea". "Es totalmente injusto", añade Aziz, "porque emigrar es un derecho que tienen todos los hombres legalmente documentados por su país. Es lógico que se exijan papeles; pero si se tienen, no es justo poner dificultades". La congregación del Centro Islámico de Barcelona aborda el conflicto ideológico entre Occidente y el credo musulmán desde las antípodas de la CNN. "No han dejado que el islam se desarrolle en su propio ambiente y se han dicho auténticas barbaridades". "La descolonización ha fomentado el nacionalismo, pero Occidente ha hecho responsables de todo a los musulmanes", sentencia Aziz sin oposición. De hecho, se ha presentado casi siempre el credo religioso, que utiliza para el culto el árabe clásico, como equivalente de los países árabes; a éstos, como la manifestación más retrógrada del poder absoluto; a éste, como algo intrínseco al islam, y al fundamentalismo, como la expresión más genuina de la prédica mahometana. La imam escucha con atención. Él conoce sobradamente el parecer de los suyos. "Yo no tengo al laico por enemigo. En una sociedad laica de raíz cristiana puede vivir todo el mundo si hay respeto", aventura Al Hassan. En cuanto sale de la pequeña mezquita y se separa de sus hermanos, Aziz echa en falta la armonía que invoca su guía espiritual: "Se dan por supuestas muchas cosas, pero el buen musulmán es un buen ciudadano en España, porque practica su fe en casa". "Si Dios no protegiera al islam y a los musulmanes, no hubiéramos existido hasta ahora", asegura el imam hablando a la luz de su fe. La asamblea de fieles del Centro Islámico reconoce que la emigración clandestina y los fenómenos que se le asocian han dañado su imagen, pero sostiene un punto de vista poco discutible: "Quienes aquí roban la cartera también lo hacían antes en su país". Sólo Mustafá introduce un matiz: "Cuando alguien se encuentra sin salida hace lo que sea para comer". En la mezquita del Centro Islámico se habla mucho de la tragedia argelina. En primer lugar, porque el grueso de los fieles es magrebí, y también porque los medios de comunicación dan cuenta todos los días de una guerra encarnizada en la que las víctimas son casi siempre modestos campesinos o humildes habitantes de las ciudades convertidos en objetivos de la degollina. Para el imam Nayim al Hassan, "la solución del problema argelino está en manos de Occidente", y suma su voz a la muy extendida opinión de que el GIA es un movimiento manipulado por las fuerzas de seguridad. Tampoco duda que no se dejó gobernar al FIS porque hubiese puesto en marcha una experiencia de raíz auténticamente musulmana. -¿Habría pasado lo mismo si Argelia no tuviera petróleo y gas? -No, seguro que no -dice el argelino Mustafá. -En Occidente no entienden que el islam es más una vía de estudio, que lo incluye todo, que es un objetivo personal", asegura Khaled Aziz. Este egipcio tiene la impresión de que el esfuerzo para laminar la cultura islámica y privarla de intelectuales capaces de influir en el pensamiento contemporáneo ha dado sus frutos: ante estrategias de propaganda como la conmemoración de los 50 años del Estado de Israel, no hay quien dé la réplica. "Hay que ver cómo les molesta Roger Garaudy cada vez que habla, pero sólo es una voz", se lamenta Omar al recordar al intelectual francés converso a la fe de Mahoma.

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