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Pujol anuncia que en el plazo de un año el desempleo habrá desaparecido en Cataluña

Enric González

Jordi Pujol se siente en plena forma, y cree que Cataluña también lo está. El presidente de la Generalitat, que ayer, en su calidad de presidente del partido, clausuró en Sitges la Escuela de Verano de Convergència, anunció como inminente la recuperación del pleno empleo. "Estamos acercándonos y dentro de un año lo habremos conseguido o estaremos a punto de hacerlo", dijo ante sus militantes. Pujol reiteró su convicción de que logrará el sexto mandato consecutivo en las próximas autonómicas y pidió al partido "ideas" y "debate intelectual".

Pujol dedicó buena parte de su discurso de clausura a dibujar su proyecto para la Cataluña del futuro. La Escuela de Verano de Convergència Democràtica (CDC) se celebraba desde el viernes bajo el lema Un programa para el siglo XXI, plasmando la actual preocupación de Pujol por el medio y largo plazo, y el presidente de la Generalitat abundó en su visión de una Cataluña "consolidada", "europea", "equitativa", "cohesionada", "rica" y con "plena conciencia nacional". Pero antes de construir esa Cataluña "de las dos primeras décadas del siglo XXI" habrá que ganar las próximas autonómicas y hacer un buen papel en las municipales y las generales. Y Pujol no olvidó transmitir a su militancia un puñado de argumentos electorales para una victoria de la que, aseguró, estaba "convencido". El presidente de la Generalitat y de CDC se aupó sobre los datos macroeconómicos positivos para anunciar que su Gobierno quería recuperar el pleno empleo en Cataluña, algo que ya se rozaba con la punta de los dedos. "Ahora hay 200.000 desempleados; con el actual ritmo de creación de empleo, y pese a un previsible repunte del paro en invierno, dentro de un año lo habremos conseguido o estaremos a punto de hacerlo", prometió. Ante las críticas de pasividad e inoperancia que recibe el Gobierno catalán, dirigido por Jordi Pujol desde hace 18 años, el presidente esgrimió una larga lista de iniciativas recientes. La reforma del Código de Familia, por ejemplo, "que desarrolla el Código Civil catalán y adopta un tratamiento revolucionario de las parejas homosexuales, aunque en el partido y en Unió, lo sé, haya quien no se sienta entusiasmado". La reforma escolar, "más avanzada en Cataluña que en el resto de España". El pacto con la patronal y los sindicatos. El regadío de los olivares. La informatización completa de los juzgados en el plazo de dos años, e incluso inversiones como los 250.000 millones de pesetas de Universal y La Caixa en Port Aventura, "que no existirían sin una determinada acción de gobierno". Financiación Más allá de las autonómicas, cuya celebración sigue previéndose para marzo próximo, pero antes de alcanzar la velocidad de crucero del siglo XXI, Pujol subrayó en su calendario político el año 2001. Éste será el año en que se negociará un nuevo sistema de financiación para la autonomía catalana. "La financiación", dijo, "es nuestro gran reto para la próxima legislatura. Para mantenernos como motor económico de España, y de eso deberían ser conscientes en Madrid, necesitamos una buena financiación. Para conseguirla hará falta movilizar todas las energías de Cataluña, y espero", añadió, "que el PSC y el PP entiendan esa necesidad". Como referente ideológico, y al margen de sus obsesivas citas al primer ministro británico Tony Blair, Pujol señaló al centro. No al centrismo como punto equidistante de la izquierda y la derecha, sino a una especie de centro absoluto, "tanto político como nacional", que sumaría al viejo concepto del pal de paller los conceptos superacionistas de conservadurismo y progresismo de máxima moda en la actualidad. En una intervención anterior, durante un debate sobre "el espacio de las soluciones: entre liberalismo y socialdemocracia", el portavoz de Convergència i Unió (CiU) en el Congreso, Joaquim Molins, había elevado tanto esa misma idea que la colgó -como hizo anteayer Pere Esteve- en la contradicción: "Yo me quedo", dijo, "con el centro radical". Rodríguez Pujol jugaba en terreno propio y se sentía cómodo, lo cual le permitía lanzar constantes guiños de complicidad al auditorio. Le bastó afirmar que no pensaba hablar de Miguel Ángel Rodríguez, el recién dimisionario portavoz del Gobierno, para desatar una tormenta de sonrientes aplausos, acogidos por el orador con una sonrisa no menos amplia. La opinión de CDC sobre la desaparición del conflictivo Rodríguez de la portavocía quedaba expresada sin necesidad de palabras. Como último mensaje a los suyos, Pujol insistió en el dogma nacionalista de que sólo los partidos "de obediencia catalana" podían "defender eficazmente Cataluña".

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