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Entrevista:

"Es un placer trasnochar en las terrazas de Madrid"

Dice tener la edad que representa, nació en Tetuán y aunque estudió nueve años para sanador de cuerpos en la Facultad de Medicina de Sevilla, pudo más su vocación de actor. Miguel Rellán se apuntó al Teatro Universitario (TEU), "para ligar y no madrugar", cuando sólo el hecho de levantar el telón era un acto subversivo. Fundó en 1970 el grupo Esperpento Teatro Independiente y ha escrito una decena de textos teatrales. La popularidad, sin embargo, le llegó de la mano del cine y la televisión. El crack, El bosque animado, La vida alegre, Bajarse al moro o El maestro de esgrima son algunas de las películas en las que ha trabajado. Suele interpretar personajes secundarios, pero sus apariciones en la pantalla nunca pasan inadvertidas. Impregna sus papeles de la marca Rellán, que él humildemente achaca al trabajo más que al talento. En la actualidad vive "un fantástico idilio" con la televisión, donde interpreta en la serie Compañeros, de Antena 3, al profesor Bacterio. También, acaba de publicar su primera novela, Seguro que el músico resucita, donde relata las peripecias de los Cuchimanes, una familia hecha de la pasta "con la que se hacen los santos, los traidores, las putas y los papas". Rellán lleva ya tres décadas en Madrid y vive con su compañera en el penal de Pozuelo.Pregunta. ¿Echa de menos subirse a un escenario?

Respuesta. Siempre. El teatro es el dueño del actor como el cine lo es del director. Subes a un escenario y tienes una libertad absoluta y una capacidad de emocionarte que nunca se da en un plató.

P. ¿Quiere decir que no hace falta mucho talento para ser actor de cine? R. Detrás de una buena interpretación hay siempre mucho trabajo, pero esto que hacen las estrellas norteamericanas de retirarse a un monasterio budista para después interpretar a un monje es un cuento chino. Hay actores mediocres que han hecho buenas películas.

P. ¿Seguro que el músico resucita es su primera experiencia como literato?

R. Escribo desde hace muchos años, guiones, teatro, y aunque ésta es mi primera novela, tengo muchas cosas que no he publicado. Me animé a publicar este libro a raíz de la muerte de mi padre, que me hizo reflexionar sobre la fugacidad de la existencia: el tiempo pasa rápido, y me quedan muchas cosas por hacer. También estaba un poco harto de interpretar ideas de los demás y he decidido contar las mías.

P. Está usted en el grupo de desertores que ha abandonado la capital, ¿no se arrepiente?

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R. Pozuelo ya es casi Madrid. Me vine huyendo del ruido, aunque en la actualidad no se note mucho la diferencia. Pero me fascina Madrid. Es un placer trasnochar en sus terrazas.

Seguro que el músico resucita. El Club Diógenes. Valdemar.

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