González-Cuéllar desmonta las acusaciones contra Bacigalupo
El abogado Antonio González-Cuéllar ha enviado un requerimiento a Pedro J.Ramírez, director de El Mundo, para que publique una rectificación. A continuación se reproduce un extracto de la carta:"El pasado día 2 de julio, el diario El Mundo publicó un artículo firmado por C. García-Abadillo, con el título Un magistrado del Supremo que juzgará a Liaño enviaba clientes al abogado de Polanco. Hoy, 6 de julio, el diario que usted dirige publica otro artículo titulado Al menos cinco documentos demuestran que Bacigalupo enviaba clientes a González-Cuéllar. Ningún periodista de El Mundo se ha molestado siquiera en contrastar conmigo la noticia. Dado que las noticias publicadas en dichos artículos no se corresponden con la realidad, le remito el presente escrito de forma fehaciente en ejercicio del derecho establecido por la Ley Orgánica 2/1984, de 26 de marzo, y formalmente le requiero para que proceda a publicar, dentro del plazo de tres días, la rectificación de los hechos narrados en los mencionados artículos, (...) íntegramente, (...) de conformidad con lo previsto por la ley.
1. Desmiento la veracidad de los artículos publicados por El Mundo los días 2 y 6 de julio de 1998 antes indicados, que su autor no ha contrastado conmigo. Don Enrique Bacigalupo Zapater no se ha dedicado nunca ni se dedica a recomendarme clientes, ni en mi despacho actual ni mientras permanecí en el despacho Asesores en Derecho, que era propiedad de Mariano Gómez de Liaño.
2. En Asesores en Derecho, el departamento de Derecho Penal que yo dirigía no asistió, ni defendió, ni prestó servicios profesionales a persona alguna que tuviera relación con Bacigalupo.
3. Las únicas personas atendidas en el despacho Asesores en Derecho que conocían a Bacigalupo fueron dos ciudadanos argentinos, cuyos asuntos eran de naturaleza civil y no penal (...).
Uno de los asuntos a los que me refiero concernía a un familiar de un conocido penalista español fallecido en Argentina en el exilio y maestro de penalistas. Se trataba de la solicitud de una pensión de viudedad ante una precaria situación económica. Dado que el tema afectaba a la familia del insigne penalista al que me he referido, a quien siempre he admirado, me interesé por el asunto (...).
El otro asunto consistió en una reclamación civil de un editor y ensayista por impago de los servicios que había prestado en Iberoamérica para la exposición de obras de arte. Don Miguel Gómez de Liaño, que era entonces el director del departamento de Derecho Civil y Mercantil de Asesores en Derecho, estudió el asunto y preparó un escrito de demanda. Cuando abandoné el citado despacho, en febrero de 1995, por graves divergencias personales y profesionales con Mariano Gómez de Liaño, el mencionado editor quiso que su reclamación se llevara desde el nuevo despacho que fundé, que no se circunscribe al campo penal. Sin embargo, a la vista de la documentación, nos limitamos a proponer alguna puntualización en la demanda redactada por Miguel Gómez de Liaño.
4. Ambos asuntos quedaron, pues, en Asesores en Derecho, y la correspondiente documentación se halla bajo la responsabilidad y custodia de Mariano Gómez de Liaño, quien es hermano de Javier Gómez de Liaño, el magistrado procesado por tres delitos de prevaricación al que los artículos se refieren.
En relación con los cinco "documentos" publicados por El Mundo, (...) le realizo las precisiones que a continuación le indico.
a) La "ficha del cliente". En el recuadro se observa un formato de "ficha del cliente" de Asesores en Derecho que desconozco cuándo se ha redactado, ni sé por quién ni para qué. Ignoro de quién es la letra; no es la mía.
b) El "teléfono del Supremo". Según El Mundo de 6 de julio, "el documento es una hoja arrancada en un diario, en el que aparece el teléfono particular, así como el del Supremo y el nombre de la secretaria de Bacigalupo". Desconozco de quién es el diario. (...) Ni es mi diario ni es mi letra. A continuación, el periodista manifiesta: "Al magistrado se le podía llamar a dichos teléfonos para pedirle aclaraciones sobre los casos que por su mediación llegaban al despacho". Yo nunca he solicitado aclaración alguna a Bacigalupo sobre asunto alguno, ni he dado instrucciones ni sugerido que se haga, ni tengo conocimiento de que los compañeros que llevaron los dos asuntos civiles en los que los interesados conocían al citado magistrado, incluido Miguel Gómez de Liaño, lo hayan hecho.
c) La "relación de actuaciones". Según el recuadro que se publica, se trataría de "Actuaciones desde el 1 de enero de 1984 hasta el 18 de octubre de 1995". Ignoro de qué asunto se trata. (...) Observo, por las fechas que se dice que se han realizado gestiones, que muchas de ellas se produjeron con posterioridad a mi salida de Asesores en Derecho, y que la única intervención que se me adjudica en este asunto es una llamada de diez minutos de "E. Bacigalupo", sin que se precise el motivo. (...) Insisto en que nunca he consultado un asunto con Bacigalupo.
d) El "fax a la atención de don ..., de Antonio González-Cuéllar". Se trata de una de las escasas gestiones que realicé en relación con el asunto de la pensión de viudedad que quería solicitar un familiar del conocido penalista fallecido en Argentina (...).
e) "La copia de la carta que una tercera persona remitió a Enrique Bacigalupo". No recuerdo el contenido de esta carta. El texto publicado alude a la pensión de viudedad a la que me he referido.
5. Los dos asuntos civiles que le he expresado son los únicos en los que en Asesores en Derecho se prestaron servicios profesionales a personas que conocieran a Bacigalupo. En mi actual despacho, ningún cliente ha estado relacionado con ese magistrado.
6.(...) no es cierto que yo fuera "padrino" de Enrique Bacigalupo en el acto de su toma de posesión como magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Creo recordar que esa función protocolaria la desempeñó el entonces presidente de la sala, don Enrique Ruiz Vadillo. 7. Respecto a la afirmación del artículo sobre las visitas de Enrique Bacigalupo a Asesores en Derecho, le puntualizo que las únicas y contadas visitas a la sede del despacho que yo recuerdo consistieron en reuniones convocadas allí por el excelentísimo señor don Mariano Gómez de Liaño y Cobaleda, prestigioso magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, ya entonces jubilado. Las reuniones tenían como objeto la discusión de los contenidos y formato de la revista jurídica Estudios de Jurisprudencia. Revista Colex. En su Consejo de Redacción, Mariano Gómez de Liaño y Cobaleda ocupaba la presidencia de honor, y como consejeros se hallaban, entre otros, Javier Gómez de Liaño, María Dolores Márquez de Prado y yo mismo. El director era Miguel Ángel Gómez de Liaño.
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