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"Esto parece la III Guerra Mundial"

Los vecinos de Portadown temen las consecuencias de un choque violento y hacen acopio de alimentos

El oficial británico inspeccionó detenidamente las alambradas que sus tropas erigieron ayer a la entrada sur del barrio católico y, satisfecho, montó en el todoterreno que desapareció entre las calles de Portadown dejando atrás una enorme grúa blanca en cuyo ápice técnicos de la BBC instalaban una cámara de televisión. Desde ese punto, los técnicos podían ver todo Portadown, con sus antiguas casas de ladrillo y tejas rojas, la vecina iglesia de Drumcree con su capitel eduardiano y los tres cementerios.Desde allí también podían ver la gran barricada metálica que el Ejército construyó ayer por la madrugada mientras dos tractores militares excavaban una gran zanja en el perímetro de Drumcree. Los telespectadores de todo el mundo tendrán pues una inmejorable perspectiva de Garvaghy Road, la avenida de 780 metros que atraviesa el barrio católico de Portadown en cuyo asfalto se va a decidir hoy si en Irlanda del Norte hay espacio para el compromiso o si está condenada a existir inseparable de su triste pasado.

Si a media mañana de hoy, como temían anoche muchos irlandeses, estalla otro conflicto, la próxima guerra del Ulster será televisada en directo. Hay incluso hora: las 10 de la mañana, cuando comenzará la marcha de los aproximadamente 1.500 miembros de la Orden de Orange hacia Drumcree. Y a juzgar por las precauciones de quienes han intentado impedir el conflicto, éste puede tener magnitudes insospechadas. En Portadown anoche finalmente se agotó el tiempo para un acuerdo y los irlandeses esperan el mediodía de hoy con miedo real.

Por eso se veía a muchas amas de casa retornando a sus hogares con grandes bolsas de plástico. Habían hecho la compra para varios días. Por eso al anochecer se habían multiplicado los puestos de control y las posiciones de francotiradores británicos. Y por eso había genuino pasmo en el rostro de Brid Rodgers, la flamante legisladora nacionalista del Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP) cuando hizo un recorrido por lo que la gente de Portadown comenzó a llamar ayer "el campo de batalla". "Cuando ves estas fortifiaciones te imaginas la Tercera Guerra Mundial", comentó Rodgers.

Allí, soldados escoceses del Highland Regiment y policías del Royal Ulster Constabulary (RUC) habían completado un cerco impenetrable, excepto para unos cuantos protestantes que consiguieron licencia especial para visitar las tumbas de antepasados en el pequeño cementerio adyacente. "Qué difícil es comprender cómo ha sucedido todo esto porque unos cuantos orangistas se niegan a hablar con sus vecinos", dijo Rodgers.

Como tantos políticos y gente de a pie, Rodgers no había perdido totalmente la esperanza de un compromiso de último momento, pero al atardecer éste comenzó a perfilarse imposible. Fue el desplazamiento de ambulancias militares a lugares estratégicos de Garvaghy Road lo que dio la pauta de que un choque sangriento parece inminente. Todos los hospitales de Portadown están en estado de emergencia.

Curiosamente, si en Irlanda del Norte había un lugar donde no existían indicios de preocupación, éste era la pintoresca y robinhoodesca aldea de Crossmaglen, el bastión del IRA en la frontera con la República de Irlanda. Los clientes del famoso pub de Paddy Short, el centro extraoficial de la política local, contemplaban el fútbol sin dar mayores señales de interés por los sombríos preparativos en Portadown, unos 50 kilómetros al Norte. "Tienes que entender una cosa", dijo un granjero con una copa en la mano y picardía campestre en los ojos. "Aquí no hay problemas porque sencillamente aquí no hay orangistas..."

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