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Las tripas de la polémica

AENA confía en que el nuevo sistema de control aéreo, diseñado por una firma española, agilice el aeropuerto

Vicente G. Olaya

A las afueras de Torrejón de Ardoz, en el interior de un aislado edificio rodeado de vallas de espino y guardias de seguridad, se encuentra la causa del desbarajuste del aeropuerto de Barajas. O mejor dicho: en el disco duro del ordenador principal del Centro de Control Aéreo de Torrejón está grabado un sofisticado sistema informático, llamado Focus, cuya puesta en marcha ha provocado la desesperación de la compañía Iberia, la principal afectada por los retrasos de Barajas. Este sistema regula todo el tráfico aéreo de aproximación al aeropuerto madrileño.Iberia considera que la entrada en funcionamiento de este programa, que obligó a reducir en casi un 20% el número de operaciones a la hora durante los nueve días de junio que estuvo en pruebas, ha puesto en entredicho su nombre. Miles de pasajeros que no entienden nada de cibernética se quejaron amargamente ante las aerolíneas de las horas de retraso que acumulaban sus vuelos. Unos 7.000 de ellos, además, tuvieron que partir hacia sus destinos sin maletas.

Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), organismo público que gestiona todos los aeródromos nacionales, niega estas afirmaciones de Iberia y se muestra orgullosa de su programa Focus, ideado por ingenieros españoles, y que permitirá, por fin, que Barajas se desatasque. De los 50 movimientos a la hora que actualmente se realizan en Barajas, el programa y la nueva pista que está en construcción permitirán alcanzar las 75 operaciones.

A mediados de 1997, los ingenieros de AENA decidieron ampliar el espacio aéreo de Barajas. ¿La razón? La construcción de una tercera pista, tal y como había aprobado el Gobierno de José María Aznar, obligaba a hacer hueco suficiente en el aire para los 75 aviones que cada hora intentarían llegar y despegar en la proyectada ampliación del aeródromo.

Cinco pasillos

El problema no era sencillo. Había que ampliar el número de sectores aéreos (pasillos de entrada y salida al aeropuerto) para que los aviones pudieran aterrizar en las tres pistas previstas. Los ingenieros redibujaron los tres sectores existentes hasta entonces, y aumentaron su número hasta un total de cinco. Igualmente, y a causa de la mayor complejidad de los movimientos que tendrán que efectuar los aviones, se hizo evidente la necesidad de cambiar el sistema informático que le guía.En julio de 1997, AENA sacó a concurso, por 1.500 millones de pesetas, el nuevo sistema informático que iba a necesitar el ampliado aeropuerto. Resultó elegida la empresa española Indra. El 13 de junio de este año, el programa Focus de Indra ya era una realidad y estaba listo para entrar en funcionamiento.

Alejandro Aldanondo, director general de Navegación Aérea, destacó ayer "el tiempo récord empleado para el diseño y puesta en marcha del sistema". Aldanondo recordó que este tipo de modificaciones informáticas requiere más de dos años y medio de trabajos. Indra lo había llevado a cabo en un año.

El pasado 20 de junio, AENA decidió que sus controladores aprendiesen a manejarlo. Sólo había un problema: las prácticas obligaban a reducir el número de vuelos. Se pasó así de los 50 movimientos a la hora habituales del aeropuerto a menos de 40. AENA se dio 12 días de plazo para que los controladores se acostumbrasen al equipo. El 2 de julio, según sus cálculos, todos los controladores dominarían el nuevo software. El 29 de junio, tres días antes de lo esperado, AENA terminó las pruebas. El aeropuerto, a partir de esa fecha, ya no debía sufrir retrasos por la puesta en marcha del programa. Y posiblemente así fuese, pero nadie les creyó. Barajas, por diversas razones ("existe una causa global", dijo el pasado jueves el director general de AENA, Carlos Medrano), se había convertido de nuevo en un caos. Sólo el pasado fin de semana, 15.000 maletas se quedaron en tierra, los vuelos se cancelaban por cientos y miles de pasajeros salían con retrasos de más de una hora. "Pero eso no tuvo nada que ver con nosotros", insistió ayer Aldanondo.

En el centro de control aéreo de Torrejón trabajan 450 personas, dedicadas a vigilar el espacio aéreo del centro peninsular. Todas las aeronaves que atraviesan esta parte de España aparecen reflejadas en las pantallas de sus instalaciones. Sus radares, distribuidos por toda España, detectan cualquier objeto metálico en movimiento. Incluso coches y pequeñas avionetas privadas.

Hasta la puesta en marcha de los nuevos equipos, las pantallas de radar se asemejaban bastante a las que aparecen en las viejas películas de submarinos: una línea barre una pantalla redonda y destaca determinados puntos brillantes que representan a los aviones en vuelo. Dos operadores por consola (ejecutivo y planificador) analizan los datos y guían a las aeronaves.

El nuevo sistema es mucho más espectacular. Sobre una gran pantalla cuadrada se visualizan los aviones en vuelo, unidos a una etiqueta informática que señala su nombre, velocidad y altitud. El sistema Focus, acoplado al entorno Windows, introduce además por primera vez el color en las pantallas. Los controladores, además del tradicional teclado, manejan un ratón e incluso una pantalla táctil. En caso de que dos aviones se acerquen demasiado (unas cinco millas), sus imágenes cambian el color blanco por el rojo. El controlador toma la decisión correspondiente.

Aldanondo se muestra orgulloso de cómo se ha realizado la transición de los sistemas informáticos. Considera a sus técnicos preparados para asumir en breve el aumento del 50% del tráfico aéreo que Barajas quiere tener en 1999. "Los británicos llevan tres años intentando hacer lo mismo que nosotros y aún no lo han conseguido. Dicen que en el año 2003 lo habrán logrado. Los franceses han venido aquí, a Torrejón, a aprender de nosotros. Estamos orgullosos", afirma.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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