PRIMARIAS Efectos primarios y efectos secundarios
Las elecciones primarias en el seno del PSOE han aportado un notable aire regenerador a la política española. Han situado a la política y a los políticos más próximos a la ciudadanía. Han servido, también, para que en el PSOE se produzca la superación de muchas páginas del libro de la historia de nuestro inmediato pasado, algunas páginas malas y también algunas páginas buenas. Eso es positivo, porque sólo se podrán escribir nuevas páginas buenas pasando definitivamente sobre las antiguas. Con ello, y con la renovación de un gran número de candidaturas, los socialistas se presentarán ante el electorado en condiciones mucho mejores que si las primarias no se hubieran producido. Las primarias constituyen, en mi opinión, la aportación más innovadora para la democracia española desde la configuración del modelo del Estado de las Autonomías. Con el nuevo modelo de Estado, en efecto, se aproximaban las instituciones a la base social. Con las primarias, a su vez, se potencia el control de los electos desde abajo. De una y otra manera, la democracia avanza en el camino de la participación. ¡Grande invento son las primarias, voto a Dios! En mi caso personal, la campaña de las primarias ha sido la experiencia política más ilusionante de mi vida. El contacto cara a cara con los votantes, la búsqueda de argumentos no retóricos ni puramente propagandísticos para provocar convicciones, la necesidad -que he respetado- de mantener un discurso político positivo, sin agresiones ni descalificaciones del contrincante... Todo ello ha supuesto una nueva aventura política, sin parangón con nada de lo que había hecho antes. Sin embargo, los requisitos para la presentación de candidaturas deberían ser regulados de manera distinta. En la actualidad, parece que están pensados para impedir la proliferación de candidaturas, más que para facilitarlas. No creo que el riesgo consiste en que concurran muchos candidatos, ya que los votantes se encargarán de hacer las depuraciones pertinentes. Mayor es el peligro de que, por el recurso a las firmas previas de apoyo, se produzca una "predeterminación del voto" desde el momento inicial del proceso, con la consecuencia de una cierta inutilidad de la propia campaña de las primarias. Es evidente, también, que la "capacidad de influencia" de que disponen los órganos de dirección de la organización es tanto mayor cuanto más se desciende en la escala de las primarias. En efecto, para votar al candidato a la Presidencia del Gobierno de la Nación es bastante relativa la capacidad de influencia de un comité local, entre otras cosas porque dicho comité local está, a su vez, escasamente condicionado por el resultado final de la votación. Para votar a un candidato a una alcaldía, sin embargo, los vínculos orgánicos son mucho más directos, ya que pueden existir desde relaciones de empleo de parte del cuerpo electoral con alguna de las instituciones en juego hasta vinculaciones de grupo o facción por parte de los órganos locales de poder en la organización. De forma que, incluso sin explicitarlo nadie, el sentido de la votación puede estar más vinculado al afán de que no se altere la relación de fuerzas políticas internas que a la búsqueda del mejor candidato para la sociedad. Es decir, se pueden exacerbar las divisiones internas previamente existentes o se pueden provocar divisiones internas artificiales. Y puede olvidarse que, como dijo Joaquín Almunia, las primarias son para elegir a quienes puedan aportar más votos de los electores. Con base en lo anterior, y para evitar que las primarias pierdan parte de su sentido profundo, creo que sería conveniente: a) Flexibilizar los requisitos para la presentación de candidaturas. b) Ampliar el cuerpo electoral, dando cabida a los simpatizantes de la organización, con los requisitos que se entendieran convenientes para equilibrar su condición con la de los afiliados. c) Regular más minuciosamente el papel de los órganos de dirección, de todos los niveles, en el proceso de primarias, a fin de garantizar su neutralidad. d) Hacer que todas las candidaturas dispongan, realmente, de un equilibrio en los medios materiales y humanos a utilizar durante la campaña. En cualquier caso, los socialistas hemos dado un gran paso adelante. Nuestro partido es el más abierto de España, nuestros militantes los que más deciden y nuestros candidatos los más contrastados ante los ciudadanos. Una vez más, los socialistas vamos por delante. Y para seguir por delante conviene seguir innovando: no se puede tener miedo a ampliar los ámbitos de participación y de la apertura a la sociedad.
José Rodríguez de la Borbolla es concejal y senador del PSOE por Sevilla.
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