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Entrevista:

VICENTE VERDÚ PERIODISTA "La protesta de Tiananmen no pretendía cambiar el sistema"

En sus dos últimos ensayos, Vicente Verdú (Elche, 1942) ha hecho un recorrido virtual por la realidad de dos formas de entender el mundo: la occidental (EE UU) y la oriental (China). En su anterior ensayo, El planeta americano (Premio Anagrama 1996) diseccionaba la sociedad estadounidense -"un país que está en las listas de Amnistía Internacional del 97 como uno de los países que tortura"-y alertaba sobre los riesgos de que ese estilo de vida se extienda por el resto del mundo. Ahora, en China Superstar, retrata aquella famosa frase atribuida a Napoleón: "cuando China despierte, el mundo temblará". Y ya se despereza. Pregunta. Un viejo adagio chino asegura que a veces uno levanta una piedra para dejarla caer sobre los propios pies. ¿Es lo que le puede pasar a China con su apertura? Respuesta. En la medida en que se metan en la misma rueda que nosotros, en el mismo sistema, indudablemente sí. Cada vez es más pequeña la opción de escoger un camino original. Y China, aún consciente del riesgo de que la piedra le cayera encima de los pies, no ha tenido más remedio que hacer esa apuesta. P. ¿El 4 de julio de 1989, una fecha especial también para EE UU, cree que nació una nueva nación en China con la represión militar de Tiananmen? R. Se ha exagerado tanto la ambición, como la magnitud de esa protesta. Ocupaba sólo al mundo estudiantil de Pekín y de alguna otra ciudad y era una protesta no para cambiar el sistema ni para establecer libertades, sino contra la corrupción política y alimentada por los disgustos que tenían los estudiantes por la comida y por la censura de la libertad sexual. P.¿Entonces, por qué se le ha dado tanta trascendencia? R. La ignorancia que tenemos de China ha producido mitificaciones en los dos sentidos. Mientras Mao mataba a decenas de miles de personas en la Revolución cultural, nosotros paseábamos el Libro rojo por las calles de París, pensando que éso era la salvación de la humanidad. Cuando pasó lo de los estudiantes de Tiananmen, aquí nos remitimos a la entrada de los tanques en la primavera de Praga y al mayo del 68 francés. P. Su libro aporta en ese sentido mucha luz. Está plagado de datos, muchos de ellos sorprendentes. Por ejemplo, que en las dos últimas décadas 200 millones de personas se han desplazado del campo a las ciudades. Eso, incluso en un país de 1.250 millones de habitantes, es un terremoto demográfico. R. Claro, movimientos de población así no pasan todos los días, aunque todas las cifras de China hay que verlas en su escenario.Ha habido un desarrollo muy fuerte en las zonas económicas especiales que han ofrecido mucha mano de obra a gentes del campo, algunas han crecido un 30%. Aún así, hay unos 70 millones de chinos sin trabajo en las ciudades y otros enrolandose en bandas delictivas. P. ¿Cúanto hay de preocupación por los derechos humanos en el actual viaje del mandatario estadounidense demócrata Bill Clinton a China y cuánto de negocio? R. El que se ponga en relación con China ahora se llevará el gato al agua. Hay obras públicas, instalaciones de telecomunicaciones, etc de billones de pesetas. Si un chino de cada 100 compra un coche, compra tanto China como todo el mercado europeo. Clinton ha llegado a la conclusión de que no se puede poner pesado ni con los derechos humanos, ni con el Tibet ni con nada, porque entonces llega Francia o Alemania y se llevan el pastel. P. Mao, en su Libro rojo, hablaba de la juventud como la reserva del futuro de China. R. La juventud actual no ha conocido a Mao, que murió en 1976. Desde luego es menos sumisa. Yo he conocido guardias rojos que se quejaban amargamente de no haber podido aprender a bailar y no haber podido besar a su novia nunca porque estaba prohibido. P. Dé un salto al vacío. Y pase del nacionalismo chino, que abarca a 1.250 millones, al del País Vasco, con sólo dos.Aquí ETA mata al oponente político. R. Es una regresión a tiempos tribales, una involución. O hay un interés escondido que no desea la pacificación o en una de las partes existen unos fanáticos de cabeza cuadrada que son incapaces de pensar lógicamente. Más allá, no sé que quieren los que matan. No entiendo bien los beneficios que puede obtener el PNV con sus ambigüedades.

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