Milán-Madrid- Buenos Aires, en 50 horas
Un simple vuelo de Iberia desde Milán a Buenos Aires vía Madrid puede convertirse en una interminable pesadilla por obra y gracia del desbarajuste que sufre el aeropuerto de Barajas y los continuos retrasos y cancelaciones que padece la compañía española Iberia. Esto fue lo que vivieron 25 turistas de Italia, Argentina y Uruguay, quienes, atrapados ayer en el aeródromo madrileño, confiaban en despegar hoy hacia la capital argentina. Iniciaron su periplo el martes a las cinco de la tarde y, si todo va bien, llegarán hoy a su destino. En total, 50 horas de castigo."Nadie nos dice nada, nadie nos explica nada y nosotros no sabemos qué hacer", denunció ayer en Barajas, visiblemente molesto, el argentino Víctor Hugo Santi, uno de los afectados. "Ayer [por el martes], teníamos que haber salido de Milán a las siete de la tarde, llegar aquí y viajar por la noche a Argentina. Nos tuvieron en el aeropuerto de Milán hasta las diez de la noche y entonces nos dijeron que el vuelo se había cancelado. Nos mandaron a un hotel y ni siquiera nos dieron de comer. Nos dejaron abandonados a nuestra suerte, porque nosotros mismos tuvimos que comprar la comida. Hoy [por ayer], hemos llegado aquí y, después de cuatro horas, nos han avisado de que se ha cancelado el vuelo a Argentina", añadió.
En el grupo, el más afectado parecía ser un hombre que viajaba acompañado de su esposa embarazada y de su hijo de dos años. Lo peor, según él, fue que nadie en Iberia "asumió la responsabilidad de lo sucedido". Y su esposa, bastante cansada, sólo atinó a decir: "Nosotros no pedíamos la luna, sólo un buen trato, pero ni siquiera eso conseguimos". María Rosa Bertinelli, otra de las pasajeras con destino a Buenos Aires, se mostró realmente indignada: "No puedo creer que una línea aérea española nos haya tratado tan mal. Es una vergüenza".
Cita perdida
Las del grupo de 25 turistas no fueron las únicas quejas que se vivieron ayer en Barajas. Las empleadas de la compañía apostadas en los puestos de información no alcanzaban para atender a tantas personas. El estrés, la angustia y, en muchas ocasiones, el mal humor eran constantes.Algunos, sin embargo, tuvieron que resignarse. Fue el caso de Macarena, una chica que debía viajar a Montreal y que no pudo hacerlo porque cancelaron su vuelo. "Vendré mañana. Espero que no me vuelva a suceder", dijo. Otra afectada fue Margarita, quien tenía una importane cita con un oculista, también en Montreal. "Pagué una señal de 20.000 pesetas para el viaje y no me las devuelven. He perdido el dinero y la cita".
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