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Un preso muere apuñalado por otro recluso en Picassent

Dos reclusos acarrearon rápidamente el cuerpo ensangrentado de su compañero hasta la enfermería, pero al llegar se percataron de que transportaban un cadáver. Las puñaladas habían sido certeras. El interno Francisco Castro Fernández, de 24 años, falleció anoche en la prisión de Picassent por las heridas mortales que le causó otro preso con un arma blanca en el costado izquierdo, según fuentes del centro penitenciario. Con su muerte ya son dos los internos asesinados a puñaladas en esta cárcel, ambos en el recinto de Cumplimiento. El homicidio se produjo en el módulo 3 de Cumplimiento, un edificio de tres plantas en el que cumplen condena 140 internos. Sobre las siete de la tarde, poco antes de la hora de regreso a las celdas, dos internos acudieron a la oficina del vigilante con un compañero malherido. El funcionario les abrió la puerta para que lo trasladaran con urgencia a la enfermería, pero fue en vano. La víctima cumplía ocho años de prisión tras acumular diversas condenas por robos. Tras la agresión, los funcionarios registraron el módulo y hallaron la hoja de unas tijeras con restos de sangre. También identificaron a un interno con rastros de sangre en la ropa y un brazo. El sospechoso ha sido aislado y el juzgado de guardia de Picassent ha iniciado una investigación. El anterior asesinato, el primero desde la creación de esta cárcel, se produjo en 1996, cuando un interno falleció en el módulo 2 de Cumplimiento tras ser apuñalado por otro recluso. Posteriormente, el 14 de febrero de 1997, un preso persiguió a otro hasta la oficina de vigilancia. Una vez allí, sin inhibirse ante la presencia de los funcionarios, apuñaló al otro interno con un pincho carcelero. Los funcionarios impidieron que se consumara el asesinato. Navajas a 3.000 pesetas Después de este incidente, el 27 de febrero de 1997 el sindicato Acaip (Agrupación del Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias) envió informes a la dirección de la cárcel, a la Delegación del Gobierno y a la dirección general de Instituciones Penitenciarias, en los que advertía que en el recinto de Cumplimiento proliferaban los objetos punzantes de todo tipo: "Las navajas de la calle se venden a 3.000 pesetas a través de los vis a vis, en el módulo 6 hemos escuchado que hay 15 navajas, en el módulo 7 al menos cinco navajas y tres pinchos...", denunciaba el sindicato. Acaip también se quejaba de que en cada módulo de cumplimiento sólo hay dos funcionarios para controlar a unos 150 internos. En el informe solicitaba un incremento del personal, la instalación de arcos detectores de metales -"sólo hay uno, anticuado, para controlar a los 1.300 internos"- y concertinas -alambradas- en los muros. Los funcionarios afirman que el informe, aunque recibieron los acuses de recibo, no fue tenido en cuenta y no se remediaron las deficiencias de seguridad.

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