El sexo no matarás
No busca el escándalo, sino la sonrisa. Detrás del sexo, y delante, hay muchas cosas, pero el galerista Félix Gómez, artífice de la exposición El sexo mandamiento que ayer se inauguró, sólo quiere ver naturalidad. "La idea original de esta exposición era ver el sexo como algo divertido; bastante hemos sufrido ya en nuestra juventud". Hay zonas blandas y zonas duras en la exposición. Erotismo explícito y elíptico. "Me gustan las referencias orientales al erotismo porque están hechas desde un elevado sentido del humor". Para Félix Gómez, hay dos perspectivas civilizadas de enfrentarse a la sexualidad, esa mirada sofisticada de los pueblos orientales que devino en el Kamasutra, por un lado; por otro, el mensaje que a este galerista granadino afincado en Sevilla se le quedó grabado cuando vio la película Los dientes del diablo, de Nicholas Ray: "Los esquimales tienen tantos problemas que la sexualidad no es ningún problema para ellos. Es más, se ríen cuando lo están haciendo". Recita de memoria los mandamientos con ese rictus infantil que hacía coincidir el decálogo con los diez dedos de las manos. "El quinto no matarás, el sexto no fornicarás". Fue en la escuela donde adquirió conciencia de este tema convertido ahora en objeto pictórico y escultórico. "Yo estudié en un colegio mixto con un sentido muy drástico de la moral y la sexualidad. Un día, el director nos pilló a unos cuantos viendo el aleteo de la falda de una señorita cuando subía las escaleras. Nos puso como castigo escribir mil veces: contra lujuria, castidad". Todo es mucho más sencillo de lo que parece. El sexo también. "Yo creo que el complicado era Freud", dice del psiquiatra que mantuvo el apellido gracias a un sobrino pintor. En Colombia le llaman emparolar al castizo empalmar, que en la patria de García Márquez es verbo con una acepción política. Lo primero que ha hecho Andrés Pastrana, ganador de las recientes elecciones, ha sido crear una comisión de empalme. Pero Diego Gadir piensa en otra cosa en su cuadro con la modelo al fondo. Este artista fue objeto de un reciente veto por un desnudo expuesto en una muestra onubense. En la exposición el sexo aparece como referente orográfico, entre valles y desfiladeros; con mucha miel en otro viaje a la Alcarria; canonizado en las cuatro viñetas de Guillermo Pérez Viallalta -que aparece a su vez posando desnudo para Atín Aya en fotografía que publicó este periódico-; en los cuatro palos de la baraja de Nazario, en las nueves escenas de felación de la sevillana Inmaculada Álvarez Salinas, con la roja y gualda como telón de fondo. Y contra esta determinación, la propuesta de autodeterminación: imágenes del alemán Hüppi en las que sobre un verde lujurioso y campestre, se ve a una pareja haciendo el amor junto a coches alucinantes. El sexo onírico (Zusch), el sexo crematístico en la adoración al falo (Manuel Ocampo), el sexo anatómico (Rafael Zapatero). El galerista Félix Gómez aporta un cuadro de su colección particular, un trabajo que Pedro Simón le regaló cuando hablaron de la afición de Cela por coleccionar grafitis de retrete. Este cuadro, titulado Maniobras Secretas, iba para el excusado, viajó hasta el salón y terminó en el dormitorio. El sexo produce milagros: que el abstracto de Manuel Salinas parezca una obra concreta; que Julio Juste juegue a Woody Allen comparando Manhattan con un pene cuyas medidas se calculan con metro de sastre. Se ve a un San Sebastián martirizado con Donosti al fondo y uno de los más socorridos pretextos de la mitología: la violación de Lucrecia por Tarquino.
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