Por el mismo camino
Manolo García Velódromo Luis Puig. Valencia, 26 de junio de 1998.El divorcio artístico de Manolo García y Quimi Portet no supuso la muerte definitiva de El Último de la Fila. Hay quien afirma, de hecho, que si Arena en los bolsillos, el debú en solitario del primero, hubiera salido acreditado a nombre de la formación catalana ni siquiera se habría notado la ausencia de la guitarra de Portet. El espíritu, la poesía y las peculiares formas sonoras de la banda siguen latiendo y, pese a que parecía imposible extraer más jugo de una fórmula que dio sus mejores frutos hace ya una década, conmoviendo a un nutrido público que ha alzado al vocalista a la indiscutible categoría de estrella del pop. Había emoción y sinceridad en sus palabras cuando se dirigía a ellos para agradecer sus aplausos. Sólo una pega: la herencia de El Último de la Fila pesa como una losa sobre la espalda de Manolo García. Tanto que ni sus zapateados y gestos ni la mayor parte de su nuevo repertorio permiten advertir ese momento en el que decidió tomar las riendas de su propia trayectoria. Más allá de las inconfundibles características de su voz, la mezcla de pop con flamenco y texturas arábigas ha calado hondo en una audiencia que, si algo celebra es que las piezas de Arena en los bolsillos puedan sonar intercaladas entre otras más añejas sin percibir el más mínimo giro estilístico. Sólo cuando García decidió rendir tributo a Triana y a Chavela Vargas fue capaz de desviarse unos milímetros de un camino del que no puede, o no quiere, salirse. Nadie, al fin y al cabo, le ha pedido que lo haga.
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