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LA LUCHA CONTRA ETA

Aznar dice que "lo único" que ha cambiado desde la muerte de Blanco es que "hay más crímenes"

Ni siquiera aquella mañana terrible de hace un año, en que un príncipe de España se acercó a Ermua para enterrar a Miguel Ángel Blanco, los concejales del PP en el País Vasco se habían sentido tan acorralados por ETA. Desde entonces hasta ahora, José María Aznar debió viajar cinco veces al norte y una al sur para enterrar a otros tantos compañeros asesinados, pero siempre, además de afecto, tuvo algo que ofrecer: guardaespaldas privados, contravigilancia, policías de escolta. Ayer, y así lo expresó antes de almorzar con ellos en Irún, no les pudo regalar ni la unidad de los demócratas.

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Aznar hizo una pausa -se le veía apesadumbrado después de postrarse ante el ataúd de Manuel Zamarreño- y continuó: "Pero no sólo eso: si hace un año HB estaba aislada, como debe estar, parece que en estos momentos puede hasta formar mayorías en el Parlamento vasco". Era su forma de censurar, aun sin citarlo, al PNV por dialogar, y coincidir a veces, con Herri Batasuna. El presidente del Gobierno añadió que no puede compartir "ni moral ni políticamente" esas actitudes.Habló del concejal recién asesinado: "Era alguien tan rechazable y asesinable como un obrero calderero en paro, cuya mujer se gana la vida limpiando las escaleras de los vecinos y que, cuando fue asesinado, iba armado con dos barras de pan". Y luego se refirió a los que ahora deberán seguir con su trabajo en sus pueblos, sentados frente a frente con los concejales de HB, seguidos muy de cerca por un escolta que apenas puede garantizarles la vida ante la voracidad asesina de ETA: "Están dando un ejemplo de gallardía, de valor, de defensa de los principios y en defensa de aquellos que nos han dejado ya".

Y luego pidió el apoyo de la gente de la calle: "Esperamos que la sociedad nos ayude porque al final la lucha por la libertad siempre es rentable". Después de hablar con los periodistas, Aznar almorzó con 120 cargos electos de su partido en Euskadi y Navarra. Él presidió una mesa, a su izquierda se sentó José María Trimiño, el compañero de Manuel Zamarreño en Rentería; y a su derecha, Lucía Peralta, la mujer que sustituyó a José Ignacio Iruretagoyena tras ser asesinado por ETA en Zarautz. Las otras mesas fueron presididas por Jaime Mayor Oreja, Carlos Iturgaiz, Ángel Acebes... Se trataba -a falta de medidas concretas para aumentar su seguridad- de arroparlos, charlar con ellos. A los postres, Aznar tomó la palabra. "Ha estado muy cariñoso", explicó después una de las concejales, "muy familiar; más que un discurso, ha sido una charleta. Y nos ha aconsejado que nos arropemos los unos a los otros, que vayamos a los plenos de los otros pueblos; que si necesitamos apoyo, lo pidamos; y que a ver si un día vamos a Madrid a verle, que nos invitará a almorzar en La Moncloa".

Algunos asistentes al almuerzo le pidieron a Aznar que se muestre más firme con el PNV si el partido nacionalista sigue en contacto con HB. Ricardo Hueso, el presidente del PP de Guipúzcoa, admitió al final del encuentro que no se había discutido la posibilidad de reforzar las medidas de seguridad. "Sea la consejería de Interior", añadió, "o la fuerza de seguridad que sea, autonómica, estatal o todas ellas juntas, acaben cuanto antes con esta lacra y con el comando Donostia [del que se sospecha la autoría del asesinato de Manuel Zamarreño]".

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