Teatres de la Generalitat pierde 20.000 espectadores esta temporada
Lo dijo Consuelo Ciscar, directora general de Promoción Cultural, el pasado día 19: "El final de una temporada es un buen momento para hacer balance... Ha habido un mantenimiento, y en algunos casos aumento de representaciones y de espectadores" en Teatres de la Generalitat. No obstante, el cotejo de los datos de la temporada que ahora termina con los de la anterior refleja una pérdida de unos 20.000 espectadores.
El optimismo de la directora general, en el que parecen participar los miembros del consejo rector, que han dado su aprobación tanto a estos guarismos como a los de la temporada anterior, se sitúa por desgracia bastante alejado de la realidad de las cifras. Así, los 148.193 espectadores que asistieron a los teatros Principal, Rialto y Moratín durante la temporada 96-97 han descendido a 129.492 en la temporada que se dió por concluida el pasado 7 de junio, según la información proporcionada por Teatres de la Generalitat. El número de espectáculos programados en las tres salas apenas sufre modificación significativa (41 la temporada anterior, 38 en la que nos ocupa), mientras que el de funciones incluso ha aumentado ligeramente en el último ejercicio (510 por 504 en el anterior). Es decir, que un mayor número de funciones sufre, en cambio, una considerable pérdida de espectadores. Ello se explica por la caída en picado de la asistencia al teatro Principal, que pasa de 121.126 a 96.119, lo que supone una pérdida en torno a los 25.000 espectadores. Cierto que en la temporada que nos ocupa el Principal estrenó tres producciones menos que en la anterior, lo que hizo descender el número de funciones en esa sala. Pero no lo es menos que la media de ocupación ha bajado de 611 a 572 por función, sobre un aforo de 1.050 localidades. Una media de ocupación que sube en el Rialto (128 la temporada anterior por 141 en la última, para un aforo de 391), por lo que también sube el número de espectadores (se pasa de 20.000 a 26.000), aunque hay que hacer notar que sube también el número de espectáculos (de 10 a 12) y, sobre todo, de funciones (de 159 a 185), lo que relativiza bastante la impresión de un aumento espectacular. Precisamente, esa cifra de 6.000 espectadores más que la temporada anterior corresponde a los espectadores obtenidos por una sola producción, Imprebis, que cerró temporada en el Rialto. En cuanto a la sala Moratín, sus cifras son similares a las del ejercicio anterior, si bien con cierta tendencia a la baja pese a haber aumentado en 10 su número de funciones. En cuanto a los espectáculos que mayor éxito de público han obtenido en el Principal, tenemos, en cifras absolutas, los 13.000 espectadores de Luces de bohemia, El rey Lear, West Side Story o Les Luthiers (967 por función), Luces de bohemia (835) y El avaro (811). La menor aceptación la obtuvieron Píntame en la eternidad (251), Las arrecogías ... (327) y precisamente El rey Lear (418). Dos de las producciones en las que ha intervenido Teatres figuran, así, en el furgón de cola. El Rialto se mantiene en cifras similares a las de la temporada anterior, si se descuenta el éxito de Imprebis, producción que triunfará cada vez que se reponga ya que se trata de un espectáculo renovado en cada ocasión. Si se incluye, como es de rigor, tenemos en torno a un 25% más de espectadores que la temporada anterior para esa sala, lo que, en cualquier caso, no parece justificar la estimación de un crecimiento del 60% de ingresos en taquilla, como aseguran la directora general y el consejo rector, salvo que la dirección de la sala se haya puesto seria en lo que respecta al derroche de invitaciones ante el horror al vacío. Producciones de mayor aceptación en el Rialto han sido, además de la reposición de Imprebis, Mucho ruido y pocas nueces (4.183 espectadores, 360 de media por función), seguida a mucha distancia por Terentius (2.665, pero con una ocupación de 111) o Canibales, con 2.435 espectadores pero con una media por función de 105 espectadores. Emociones flamencas obtuvo el segundo mejor índice de ocupación, con 340 espectadores de media. Por la parte de abajo, llama la atención el caso de Un fénix demasiado frecuente, montaje de Gaspar Cano que se sitúa a la cola con una ruinosa media de 69 espectadores por función, para un aforo de 391, circunstancia que ya se dió el año anterior con otro de sus montajes, y que convierte en inexplicable que le programen 18 funciones y que se anuncie otro de sus éxitos para la temporada próxima. El desdén del público fue también ostentoso en esta sala para el Festival de Narración Oral, con 79 espectadores por función, y La maleta y Retrato de un espacio en sombras, que obtuvieron 90. En lo que respecta a la sala Moratín, con 70 espectadores de aforo, Zapping obtuvo el lleno absoluto, seguida de Carta a una hija y de Homenaje a Miguel Hernández (63 y 61 de media, respectivamente). Por abajo, Questa sera non si recita tuvo 18 espectadores por función, Esculturas humanas, 20 y Vacantes, 28. Este rosario de cifras sugiere, en fin, un cierto fracaso de las producciones auspiciadas por Teatres en el Principal, que es notorio en los casos de Las arrecogías y de El rey Lear, y ligeramente atenuado en San Juan (465 espectadores de media), así como el éxito de las producciones foráneas en el Rialto, tales como Mucho ruido y pocas nueces o Emociones flamencas. Se impone constatar, en fin, la salvedad de Imprebis, que con la reposición del montaje de ese nombre y de Zapping ha conseguido elevar considerablemente las medias atribuibles a Rialto y Moratín. Parece claro que se trata, precisamente, de una excepción cantada en un panorama global que deja poco lugar tanto a la sorprendente euforia de la directora general de Promoción Cultural y su consejo rector como a la parca esperanza del público de nuestras salas institucionales. Y que tal vez aconseje, si la situación lo permite, un mayor tino de los programadores a la hora de adjudicar el número de funciones a según qué clase de espectáculos.
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