Chile, contra la superstición
Si los partidos le hubieran durado un par de minutos menos, Chile, una de las selecciones que mejor está jugando y que ha dado al Mundial el talento de Salas, miraría el partido de hoy por encima del hombro, sonriendo para sus adentros mientras Italia se jugaba el ser o no ser con Austria. Sus dos puntos serían seis. Sus empates ante Italia (aquel penalti dudoso del minuto 85) y Austria (aquel trallazo de Vastic en el 93) habrían sido victorias. Demasiado como para que un equipo que históricamente ha utilizado el argumento de la mala suerte como disculpa para su falta de éxitos no cayera de bruces en el fatalismo y la superstición ante su partido vital de hoy contra Camerún, otro equipo con mala suerte (le empató Austria en el último minuto) que también tiene posibilidades de clasificarse. El B podría haber sido un grupo claro y es uno de los más peliagudos.
El Camerún de Claude Le Roy, los leones indomables, no ha mostrado en este torneo la frescura e inventiva que de la mano de Milla aportaron en otras ediciones. Sin embargo, han dado algunos jugadores excitantes, como el lateral zurdo Wome, y no han perdido su principal seña de identidad. Jugaban, y siguen jugando, para divertirse. Es su único motor.
Seguramente Chile ganará, pero el precio que ha tenido que pagar en esta primera fase le resultará demasiado pesado para llegar mucho más allá de octavos. Seguramente quedará segundo de grupo, con lo que tendrá a Brasil en octavos. Y seguramente tendrá el equipo roto por las tarjetas. El Chile del Nelson Acosta, que asegura que este equipo marca un punto de partida hacia el futuro, es el más amonestado de los 32 con siete jugadores (Acuña, Estay, Parráguez, Rojas, Salas, Villarroel y Zamorano). Acosta no podrá prescindir de todos ellos (sólo de Estay, sustituido por Sierra) y si alguno ve una tarjeta ante Camerún, será sancionado para octavos.
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