Plácida Italia
Sorprendentemente, los 'azzurri' llevan un Mundial sin sobresaltos
Extraña Italia. El país de los debates a gritos lleva camino de concluir la primera fase más plácida de su presencia en los Mundiales. La falta de las habituales polémicas destructivas y los resultados tranquilizadores (remontaron el pesar del empate ante Chile con una victoria clara sobre Camerún) han contribuido a generar una sorprendente estrategia de distensión y de ambiente festivo.
Solucionado el problema de la riqueza de medios (Baggio se ha confesado superado y ha cedido los trastos a Del Piero), los problemas de celos (Vieri y su suplente, Inzaghi, se han hecho amigos), el equipo de Cesare Maldini ha tenido tiempo hasta de crear otra figura para el imaginario popular (el calvo Di Biagio, sucesor de Schilaccis y Ravanellis de otros Mundiales).
Y así, contentos, juveniles y tranquilos, se aprestan a recibir a Austria en el partido que les debe dar la primera plaza definitiva y evitarles el cruce con Brasil en octavos.
Un empate les valdría a los italianos (siempre que Chile no gane a Camerún por más de tres goles), pero una igualada no les vale a los austriacos.
"Los italianos tendrán mucha más presión que nosotros", dijo ayer el seleccionador austriaco Prohaska. "Si Austria pierde, no sería un drama; para Italia, sí".
Prohaska tiene razón: si se diera la terrible carambola que dejara a la selección de Italia fuera del Mundial (derrota ante Austria y victoria de Chile sobre Camerún) la plácida Italia sería otra cosa.
Lo que no parece tener el equipo austriaco son los medios para conseguir que eso ocurra. Y sí problemas para provocarlo.
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