Noruega, el vivo reflejo de España, ante un Brasil con Denilson
Los noruegos llegaron al Mundial con una etiqueta complicada de digerir: la de favoritos número uno para el papel de sorpresa positiva. Fueron la mejor selección europea de la fase de clasificación, con lo que la confianza les salía por los poros. Fueron un equipo alabado y cortejado por técnicos rivales y analistas, el milagro noruego, y su entrenador, el científico Egil Olsen se había elevado, por propia iniciativa, al pedestal de los grandes técnicos del momento. Y por si eso fuera poco, se habían atrevido a golear a Brasil (4-2 en Oslo) hace poco menos de un año. "Puede que Brasil no pase ni la primera ronda", se atrevió a decir Olsen, el amigo del ordenador, hace un mes. "Conmigo en el banquillo, los campeones del mundo serían invencibles".
Magnífico para llegar a un Mundial y encontrarse con dos empates logrados a duras penas (ante Marruecos y Escocia) y demostrar que de su sistema (los famosos cuatro defensas en línea a la inglesa, los cinco centrocampistas peleones y el solitario Tore Andre Flo goleando en solitario) lo único que ha quedado han sido pelotazos desde atrás, centrocampistas trotones y un ariete torpón e inútil delante. Y con esas armas, con problemas de fe a la española (también hablan de mala suerte), con el buen ambiente dentro del equipo acabado a las primeras de cambio, se tienen que jugar el pase ante Brasil. Un magnífico final, típica moraleja de los cuentos esos que hablan de curas de humildad.
A Brasil no le va nada en el partido. Pase lo que pase será primero de su grupo. Pero al habitual orgullo de toda selección en un Mundial, y más si es la publicitada Brasil y las promesas goleadoras de Ronaldo, se une un legítimo deseo de revancha ante el sobrado Olsen. Zagalo hará titular por fin a Denilson, el aclamado por el pueblo.
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