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Entrevista:

IOSU OLALLA SUBCAMPEÓN DE EUROPA DE BALONMANO "Realmente, en España vivimos muy lejos de la fama"

Iosu Olalla se carcajea cuando le hablan de fama. Tanto, que llega a dudar de la veracidad de la entrevista y de la seriedad del entrevistador ("tengo amigos capaces de gastarme bromas de este tipo"). Lo suyo es el balón de cuero, y eso bastaría para convertirle en ídolo de masas. Su arte radica en saber dirigir sus vuelos con precisión de prestidigitador, igual que las estrellas del Mundial, pero en su habilidad sólo intervienen las manos: los pies, para correr y saltar, matiz enorme. Como le ha tocado ser héroe del balón de cuero, pero del pequeño, al jugador español, el más destacado del último Campeonato de Europa de balonmano, no le extraña que su fama apenas rebase los límites de su ciudad, Irún. Y cada vez menos, porque sus vecinos se acostumbran rápidamente a sus éxitos: campeón de Liga, de la Copa de Europa de clubes, de tres Recopas de Europa, de cuatro Copas del Rey, de tres Copas Asobal, bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta días después de colgarse su primera plata en el europeo, Olalla (26 años) se ha instalado en la élite del balonmano español. Y sigue aprendiendo, volcado en un juego que descubrió de adolescente sentado en las gradas del pabellón de Artaleku, en un compromiso continental del Elgorriaga Bidasoa. Pregunta. Dicen que cuando empezó a jugar no era muy habilidoso. Respuesta. Yo jugaba al fútbol y practicaba el atletismo, actividades que combiné durante un tiempo con el balonmano. Cuando empece, con 14 años, jugaba con chavales que llevaban ya seis años en este deporte y me costó ponerme a su altura. Afortunadamente, dos entrenadores, Miguel y Javi, se ocuparon de mí y me ayudaron muchísimo. Javi me dijo un día que o me dedicaba de lleno al balonmano o lo dejaba. La verdad es que tengo que agradecerles toda la paciencia que tuvieron conmigo. P. ¿Cómo recuerda sus primeros años? R. Con ilusión. Pronto comencé a frecuentar las selecciones de España y de Euskadi, a ver que podía tener futuro en esto del balonmano. P. Después ha compartido equipo con los mejores jugadores del mundo. R. De los extranjeros se aprende mucho. Todos los que estamos en la selección absoluta hemos estado rodeados de extranjeros, y eso se nota en nuestro juego. Pero a mí, el que más me ha marcado, y no sólo en el plano deportivo, es Bogdan Wenta [un jugador polaco nacionalizado alemán con el que coincidió en el Bidasoa y en el Barcelona]. Él me enseñó a pensar sobre la cancha. P. ¿Por qué ha fichado al final de esta temporada por el San Antonio navarro? R. El Bidasoa no tiene patrocinador [Elgorriaga anunció a principios de la temporada que dejaría el equipo] y en esa situación el club no podía ofrecerme nada serio. Quería acudir al cameponato europeo de Italia con mi contratación saldada y me decanté por la oferta del San Antonio. P. ¿Cómo explica que el primer club vasco en proclamarse campeón de Europa no encuentre patrocinado? R. El balonmano atraviesa por momentos difíciles porque no es un deporte con tirón. La situación es muy extraña, pero son los dirigentes los encargados de gestionar y a nosotros sólo nos toca jugar. Apoyo televisivo P. Al margen del llamado fenómeno Urdangarín, ¿a qué puede aferrarse actualmente el baonmano vasco? R. A la tradición importante que siempre ha existido en Euskadi. A eso y al trabajo de base, al desarrollo de la cantera, como la del Bidasoa, que ha dado excelentes jugadores. De todas formas resulta difícil trabajar sin medios económicos, sin apoyo de particulares o instituciones.. P. ¿Alguna solución para estrechar el foso entre el fútbol y el balonmano? R. Todo pasa por la televisión, por una mayor difusión de este deporte en las pantallas. De momento, el fútbol acapara casi todo y el resto sólo nos damos a conocer en alguna competición oficial con la selección española.Realmente, vivimos muy lejos de la fama. P. Dejaría la selección española para jugar en una selección vasca? R. No parece que la selección vasca esté cerca de crearse. Prefiero no hablar sobre hipótesis y esperar acontecimientos.

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