Entrevista: Jose Giovanni. Cineasta y novelista. "Dirigir es una forma maravillosa de acción"
José Giovanni, de origen corso, comenzó su carrera en el cine como guionista de La evasión, de Jacques Becker, adaptación de su novela autobiográfica. Ha publicado una veintena de novelas, en la Série Noire de Gallimard, ampliamente difundidas en castellano, ha escrito una docena de guiones y dirigido 14 largometrajes, además de cinco telefilmes. La aventura, la supervivencia en los bajos fondos y el fatalismo de sus héroes son a menudo un trasunto oblicuo de su propia vida. Pregunta. Su vida y su obra se entrelazan de una manera poco frecuente en otros artistas. ¿Es por azar o se trata de una elección deliberada? Respuesta. Escribo de lo que he vivido, de lo que conozco, de mis experiencias y las de mis amigos. He tenido, afortunadamente, una vida llena de aventuras, así que, sobre todo en mis primeras películas, hay mucho de mí. No quiero decir que no haya ficción, pero digamos que se establece a partir de mis vivencias propias. Es lo que hace todo el mundo, aunque en otras obras parezca menos evidente. P. Escritor de novela negra, guionista, director. ¿Se decidió a dirigir sus historias para evitar, un tanto como Billy Wilder, que otro director las echara a perder? R. No exactamente. Hay ahí un problema de registros, de lenguajes diferentes. Yo estoy muy contento de los directores que han adaptado mis historias: Robert Enrico, Jacques Becker, Claude Sautet, Melville... No. Para mí dirigir supone otra forma de acción, quizás más estimulante, aunque de otra manera, que sentarse a escribir. Es decir, dirijo mis filmes porque a partir de cierto momento me parece una forma maravillosa de acción, una aventura. También para dar trabajo a los críticos, que rara vez dedican una línea al guionista. P. Lo que se sabe de su vida es bastante duro, pero su obra no le anda a la zaga. No sé si porque considera que al otro lado de la sociedad convencional se vive una realidad más auténtica. R. ¿La sociedad? No sé de qué me habla. Para mí existe mi familia, los amigos, las personas que uno ama. La sociedad es un ente infinito e impersonal: estuvo antes y estará después de que uno viva. Sólo nuestra vida es única. La sociedad no se detiene nunca, recoge a las nuevas generaciones y las precipita hacia una nueva guerra. Eso es todo lo que hace. P. En su obra sorprende una rara mezcla de rudeza y ternura en los personajes, que a menudo se mueven en círculos cerrados. R. Bueno, si por rudeza se entiende el uso de la fuerza, incluso de la violencia, eso no me interesa para nada. Me atraen más las personas, y los personajes, que se defienden de la situación que viven mostrando al mismo tiempo su fortaleza y su debilidad. Es lo que pasa con Lino Ventura. Un tipo duro, sí, pero también de una debilidad extremada. ¿Quién no conoce el lado oscuro de su propia vida? Pero nadie se dedica a la maldad en todas las horas del día. P. Sus historias son a la vez sórdidas y luminosas, pobladas de héroes parcos en palabras y volcados en la acción. Muchas veces fracasan, pero en el trayecto aprenden sobre sí mismos. R. Luminosas, tal vez por mi origen italiano y ese apego de las gentes del sur a la familia. No se trata de la gama de coloridos que elijas, sino de una certidumbre interior orientada hacia el optimismo. Por lo demás, ¿quién puede fiarse a estas alturas de las palabras? Me fío, sí, de la palabra dada, pero sobre todo de lo que efectivamente se hace. Quiero decir que las cosas que importan no se dicen con palabras, sino con hechos: uno es tal y como actúa. El cine lo sabe muy bien, porque lo toma de la vida. Fíjense en la mayoría de los políticos. ¿Quién va a creer en sus palabras, cuando después hacen todo lo contrario? Y si mis personajes fracasan, es porque le ocurre a todo el mundo. Unos lo saben, y les sirve para algo, y otros son tan estúpidos que no se dan cuenta. P. Por otra parte, ¿cree usted que el cine europeo está seriamente amenazado por el dominio americano? ¿Las coproducciones europeas resuelven en parte la situación? R. El cine se hace para los espectadores, y el público elige sus películas. Si el cine norteamericano atrae a tantos espectadores, es porque el público lo respalda. No se puede ir contra eso. En Francia viven 50 millones de personas, de las que 20 millones han visto Titanic. Es todo lo que hay que decir. Además no veo ninguna conspiración. Es como en el fútbol: el que marca goles es el mejor. P. Si me permite un rápido repaso, quería saber si Sam Fuller era de los suyos; si le interesa la comedia americana de Lubitsch a Wilder; si en su opinión queda algo vivo de Godard, si cree que L.A.Confidential es buen cine negro, y, en fin, si le interesó Chinatown. R. Fui muy amigo de Fuller; era muy agradable, sociable y charlatán. Sin duda uno de los grandes. Lubitsch y Wilder son maestros absolutos, aunque soy un director más dramático. Godard es muy conocido en todo el mundo, aunque sea ante pocos espectadores. Su ruptura fue más radical que la de sus compañeros de generación, y puede hablarse sin duda de un antes y un después de Godard: es el que más arriesgó, y el más brillante. De L.A.Confidential me gusta sobre todo la novela: su autor habla de lo que sabe y todo es de primera mano. En cuanto a Chinatown, creo que es una película de clima, repleta de homenajes, con grandes momentos de cine, de la que el público recuerda la escena en que le rajan la nariz a Nicholson. De otro lado, todos los grandes actores han trabajado en el cine negro. En fin, me interesa más Hammett, que me parece perfecta, lo mejor de Wim Wenders. P. Lino Ventura, Alain Delon, Belmondo, ¿eran tan duros como aparecían en pantalla? R. Nadie es en su vida como se muestra en la pantalla. Belmondo, por ejemplo, es un actor en el sentido estricto: puede hacer cualquier cosa, de travesti, de Julio César. El más próximo a su imagen era Lino Ventura. Actuaba con la naturalidad con que vivía, rehuía los disfraces. Alain Delon, en cambio, es todo lo contrario en el cine que en su vida. Es muy generoso, muy honesto, muy amigo de los suyos. En mis cuarenta años en el cine, sólo he conocido dos personas capaces de llevar hasta el final su compromiso con los amigos, incluso cuando eso les metía en líos complicados: Alain Delon y Lino Ventura. P. Tal vez formen un trío con usted. R. No lo sé. Eso, otros sabrán decirlo.
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