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Las otras "Fogueres"

Nacieron por iniciativa popular casi paralelamente a la creación de las fiestas, pero cayeron en el ostracismo pese a que eran el complemento idóneo e incentivaban a esa parte de la población que por diferentes motivos no se integraba en las comisiones o no gustaba de oficializar tanto los festejos. Durante la Segunda República alcanzaron la cumbre en lo que respecta a la participación popular, cuando un banco, un árbol, un portal o una acera se convertían por unos días en el escenario perfecto para distribuir las figuras en escenas costumbristas. Gracias a la iniciativa de la Comissió Gestora de Fogueres los ninots de carrer han sido felizmente recuperados tras años en el olvido. Tras la experiencia de un primer año, en su segunda convocatoria cerca de medio centenar de actuaciones quedaron ayer instaladas en plazas, calles, balconadas, locales y espacios públicos diversos. Ingeniosos, coloristas, costumbristas, algunos han sido construidos a la vieja usanza, con estructura de madera, relleno de paja y ropas usadas para conseguir mayor realismo. Se trata de grupos escultóricos que se instalan principalmente en las inmediaciones de las fogueres, y en cualquier caso en distritos con tradición festera inequívoca. Aunque los organizadores de la fiesta facilitan localización exacta de las actuaciones, lo interesante es recorrer la ciudad y encontrarse con los ninots de carrer en los lugares más insospechados. Unos niños tirando petardos, una mujer cocinando o unos bien conseguidos Romeo y Julieta que se juran amor eterno junto a una fuente enrejada del casco histórico son algunas de las propuestas instaladas. La intención era que la ciudadanía se implicara espontáneamente en el desarrollo de la fiesta sin necesidad de inscribirse en una comisión fogueril, pero la realidad es que la mayor parte de los conjuntos instalados pertenecen a esas mismas comisiones, que también compiten en este terreno. Ayer se fallaron los premios de los ninots. El premio individual correspendió a la asociación cultural Tripa del Moro, en la que se satiriza el alcalde de Alicante. Por grupos, resultó premiada Carolinas Bajas por una escenificación de datileros.

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