La hora de la verdad
La hora de la verdad de las primarias no fue la de la designación del candidato a presidente del Gobierno. La hora de la verdad es la de la designación de candidatos a presidentes autonómicos y alcaldes. Las primarias "nacionales" son las más importantes, pero también las más fáciles de instrumentar. Encontrar candidatos de peso no es difícil. Desarrollar un proceso electoral limpio y democrático con un cuerpo electoral relativamente amplio y distribuido por todo el territorio del Estado tampoco lo es. Completamente distinta es la situación cuando de organizar primarias autonómicas y locales se trata. Los candidatos con peso específico propio no abundan y la posibilidad de influir en el cuerpo electoral aumentan. En consecuencia, la imagen que se transmite no es la misma que se transmitió con las primarias nacionales. Esto es así y no puede no serlo. El partido que está organizando las primarias es el partido socialista realmente existente. La cera que hay es la que arde. Y la cera no cambia porque el procedimiento de designación de candidatos sea distinto. Las primarias son un procedimiento para que la cera arda de la mejor manera posible. Para que las hábitos partidarios sean más democráticos y, como consecuencia de ello, la cera acabe mejorando. Pero eso lleva su tiempo. Y en el proceso se tienen que exteriorizar todas las grandezas y todas las miserias presentes en el interior del partido socialista. Estas primarias son, por tanto, mucho más expresivas de lo que es el partido socialista de lo que lo fueron las primarias que proclamaron a José Borrell candidato a la presidencia del Gobierno. Y van a ser mucho más útiles para hacer avanzar el proceso de democratización interna del partido. O para no hacerlo avanzar. Por eso son tan importantes, aunque sean mucho menos glamourosas. Las primarias múltiples, autonómicas y locales, van a proporcionar a la sociedad española la imagen real del PSOE. Está bien que así sea.
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