_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Diario de una resurrección

Para empezar, ya estamos como siempre, haciendo cuentas y en situación de ahora o nunca. La alineación parece más razonable, aunque ver el banquillo deprime: Julen Guerrero, Alfonso, Kiko. Con todo, lo primero es el título, y le he puesto, como amuleto éste de un libro del poeta Luis Rosales. Espero que el truco funcione. Uno esperaba que España saliese furiosa, como un perro hambriento al que Nigeria se le hubiese comido la lata de Royal Canin. Pero no.Nueve y cuarto. Quince minutos y mi amigo Borja Casani dice que esto es, en el peor de los sentidos, como un Espanyol-Oviedo. Espero que se equivoque, aunque este Borja tiene mucho ojo. Lo cierto es que, por ahora, esto parece un partido de pelota vasca. De pronto, Michel dice que lo que ocurre es que nuestra selección todavía sigue jugando contra Nigeria. Ahora lo veo claro.

Más información
Fracasó la puesta en escena del segundo encuentro

Treinta y cinco minutos. Lo del Espanyol-Oviedo era injusto. Esto, más bien, parece un partido de fin de curso entre los curas del colegio de El Pilar y los ex alumnos de la promoción del 89. Ahora es Bakero el que ofrece un comentario que suena a desesperado: "Insisto", dice, "en que es muy importante sacar bien los córneres".

Final del primer tiempo. Raúl ha hecho algo maravilloso, pero ahí estaba Chilavert. Resumen: de momento, la palabra que lo explica todo es nada.

Ha salido Fernanado Morientes. ¿Valdrá de algo? De momento, a sus compañeros todavía da la sensación de que el partido les queda grande, que hacen pensar en 11 monaguillos intentando diseñar una catedral.

Minuto 70. El partido se rompe y esa es nuestra única esperanza: lo que un equipo de Clemente -que suelen caracterizarse por tener siete suelos y ningún tejado- no pueda sacar del caos, no lo puede sacar de ninguna parte.

Minuto 80. El Espanyol o el Oviedo le meterían tres a cualquiera de estas dos selecciones. Quedan 10 minutos y España ataca con un estilo que evidencia que es un equipo desordenado pero sin embargo desastroso. Todo esto vale para demostrar que el seleccionador, una vez más, tenía razón: el único cambio con respecto al encuentro de Nigeria es que aquel día jugamos de blanco.

Minuto 94. Falta al borde del área. ¿Existen los milagros? No, no existen. Lo que existen son los partidos que hacen posible que al día siguiente los periódicos publiquen titulares como este: "No pudo ser". Vuelvo a mirar mi título: ¿diario de una resurrección? Para eso necesitábamos un desenterrador y lo que tenemos es un mago: Javier Clemente, un tipo capaz de convertir el Océano Pacífico en un charco de ranas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_