Las bondades de la ducha fría
Siento decirlo, pero Ricard M. Carles se ha enfangado en un arrozal teológico, o en una teología ginecológica de la que no tiene la menor idea. (Yo tampoco, pero de mi discreción, como de la de tantos fieles, nadie puede dudar, y ya es triste que sean los seglares quienes hayan de dar ejemplo a los purpurados). Como todo el mundo sabe, el arroz necesita asentar sus raíces en el agua y exponer la cabeza al sol.A diferencia de los vegetales, el vertebrado espiritualmente debe optar por mantener la cabeza fría -una ducha matinal y otra a media tarde nunca le harán daño- y resignarse a que el calor le martirice los pies. En mi opinión, y aunque supongo impecable la higiene de nuestro cardenal, el día que se le ocurrió declarar peligroso el claustro materno debió ocurrirle alguna desgracia, o dos: o bien se duchó con precipitación, o no se duchó, que ya es calor. De modo que el bochorno o falta de ventilación cutánea se le debió de subir a la cabeza, y resultó en una inmoderada filípica donde los cables pastorales se le enredaron con los razonables. Y el sentido se alejó de lo común para instaurarse en lo inquisitorial.
Y nada más. Salvo que si siento decirlo es porque no sé si es consciente monseñor Carles del anticlericalismo -nada recomendable- de los ibéricos, y de lo justificado que resulta en ocasiones. Para acabar, el término claustro materno se me antoja sospechosísimo y creo que la palabra matriz debería ser la única de recibo. Pues claustro materno revela una usurpación eclesiástica, o la metáfora mediante la cual invaden uno de los pocos terrenos donde no tienen -por principio- derecho a sembrar. Quédese monseñor Carles con claustros románicos y góticos; haylos también modernistas, pero ya contra ellos adivino el dogma de la infalibilidad papal. Mientras tanto, por qué no hablar del evangelio, de San Francisco de Asís, de Juan XXIII, por qué no condenar la pena de muerte, por qué no denunciar la impostura del septenato de Videla & Co... Puntos suspensivos. ¡Y modernistas! Hablen de lo suyo -que al cabo y si bien se entiende no deja de ser universal o, por lo menos, católico-. Prediquen, pero no joroben. Por favor.- .
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