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Inglés experto en el Corán acusa a Al Mutamid de traidor y de poner en peligro el Renacimiento

Hasta ayer era uno de los mitos de la ciudad, junto a Mañara, Murillo y Belmonte. Un personaje intocable. Pero un historiador inglés convertido al islamismo, Haj Abdalhaqq Bewley, de Norwich, sometió ayer la figura de Al Mutamid a un severo proceso de desmitificación. El escenario fue el salón de actos del instituto San Isidoro, en la inauguración de los III Encuentros Andalusíes organizados por la Comunidad Islámica de España. La misma que patrocina la mezquita que se va a levantar en el Albaicin de Granada, donde se celebraron los encuentros anteriores.

Fue un gran poeta, un sabio de la época, pero también fue un traidor que por el prurito de la taifa se entregó en manos de Alfonso VI, del enemigo cristiano y castellano, que no se sabe qué era peor. Ésta es la otra biografía de Al Mutamid según la recreación del personaje que ayer hizo el profesor Bewley para contraponerlo al héroe de su exposición, el cadí Abu Bakr Ibn al-Arabí. El popular rey de Sevilla, evocado todavía casi mil años después en el callejero, en la historiografía y hasta en las sevillanas, estuvo al frente de la taifa más poderosa tras la descomposición del califato omeya de Córdoba y estuvo a punto, según Bewley, de acortar dos siglos el esplendor de Al Andalus y de abortar el Renacimiento. Todos estos cargos los resumió en un dicho árabe que no fue cumplido por Al Mutamid: "Mejor llevar a los camellos a pacer que ser un cuidador de cerdos". "La debilidad de Al Mutamid fue su derrota. De no ser por la obra del cadí, por la alianza entre los hombres de saber y los militares almorávides, la civilización y la cultura árabe hubieran terminado dos siglos antes en España", dijo Bewley a este periódico. "Sin el florecimiento posterior al destierro de Al Mutamid a Marrakech no hubieran nacido personalidades como Averroes que propiciaron el Renacimiento, porque la escuela de traductores de Toledo fue posible gracias a que las fuentes de conocimiento estaban aquí". La aventura del conocimiento. Así podría subtitularse la vida del cadí Abu Bakr Ibn al-Arabí. Con su padre hizo un viaje iniciático por países ribereños del Mediterráneo. Sobrevivieron a un naufragio en las costas egipcias y les salvó la maestría del joven Al-Arabí en el ajedrez cuando asesoró al emir que finalmente los acogió. Hicieron escalas en Damasco, Jerusalén, Bagdad, que tomó el relevo de Córdoba tras la hecatombe califal, y Alejandría, donde enterró a su progenitor. La estela de este personaje fue reivindicada por los miembros de la comunidad islámica andaluza. En Sevilla son "cinco o seis mil musulmanes", según Joaquín Nieto, coordinador de los encuentros, "los suficientes para reclamar al ayuntamiento y al Gobierno andaluz que nos devuelvan el patrimonio de los musulmanes". Este musulmán sevillano, diplomado en ciencias sociales y experto en medicina natural, criticó a los bancos y a los sindicatos y apostó por un siglo XXI de los gremios "cuando caiga el sistema de la Seguridad Social".

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