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España quedó aislada en la batalla sobre la futura financiación de la UE

Xavier Vidal-Folch

España quedó casi totalmente aislada en la cumbre europea de Cardiff. El presidente del Gobierno, José María Aznar, sólo obtuvo el apoyo de sus colegas griego, Costas Simitis, y portugués, Antonio Guterres, en la doble batalla financiera desarrollada durante el Consejo Europeo, frente a todos los demás. El aislamiento se produjo tanto en el debate sobre el volumen presupuestario o techo máximo de las Perspectivas Financieras para el periodo 2000-2006, como sobre el reparto de la carga entre ricos y pobres.

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Un empate pírrico

El empate técnico final del Consejo Europeo de Cardiff resultó así pírrico, pues augura sangre, sudor y lágrimas para las tesis mantenidas por España.El enfrentamiento fue mucho más negativo para España de lo que se reflejó en las ruedas de prensa finales de la cumbre. Los registros escritos de la misma, a los que tuvo acceso EL PAÍS, revelan que la soledad del corredor español fue casi absoluta. No tuvo frente a sí solamente al canciller de Alemania, Helmut Kohl, y al primer ministro holandés Wim Kok, sino también, y en tono muy militante, al austríaco Viktor Klima y al presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer.

Se configura así un escenario dramático de cara a la cumbre especial que deberá resolver la polémica, en marzo de 1999. No contar con la complicidad de alguno de los tres elementos locomotores de la Unión Europea (Bonn, París y Bruselas) conlleva generalmente la derrota o verse empujado a una actitud numantina de bloqueo y veto.

La cumbre de Cardiff prefiguró estos peligros. España ha defendido siempre que el volumen de los presupuestos para el periodo 2000-2006 debe desbordar el actual techo del 1,27% del PIB comunitario para poder conservar los gastos de cohesión al mismo tiempo que financiar la absorción de los países candidatos del Este de Europa, todos ellos más pobres.

Frente a esta tesis, Santer defendió con ahínco su propuesta del 1,27%. Fue mucho más lejos. Llegó a "constatar el asentimiento" de la gran mayoría a su proyecto y lo endureció al propugnar que el techo del gasto se mantenga casi eternamente, al menos también para el periodo 2006-2012, una idea inspirada por el ministro alemán de Hacienda Theo Waigel.

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Esta propuesta cuadra con el impulso dado en Cardiff al designio de hacer menos Europa: si hay que emprender menos políticas de integración y reducir las actuales competencias de Bruselas no sería necesario tanto dinero para financiarlas.

El presidente José María Aznar ni siquiera protestó por las manifestaciones de Santer, según el registro escrito del Consejo Europeo. El que defendió las tesis españolas fue el primer ministro griego, Costas Simitis. "No podemos decir que el 1,27% sea suficiente; el nivel de partida de los gastos estructurales [futuros] tiene que ser el previsto para el año 1999 en Edimburgo", cumbre en la que se fijó el techo del 1,27%, que él propugna como mínimo y no como máximo.

También el primer ministro portugués, Antonio Guterres, expresó "dudas" sobre las posturas de Santer. Todos los demás intervinientes, sin embargo, le apoyaron explícita o implícitamente. No sólo los superricos como Klima y el sueco Persson sino incluso el italiano Romano Prodi, quien consideró "suficiente" el actual techo, al menos hasta el año 2006.

Cuchillada irónica

El canciller Kohl se permitió una cuchillada irónica contra las reivindicaciones financieras de los sureños. "¿De dónde saldrá el dinero?", provocó. El canciller echó el resto en la segunda batalla, la de rebajar la contribución alemana a las arcas comunitarias en al menos medio billón de pesetas anuales.La pelea de Kohl con Aznar y Guterres sobre este punto constituyó el peor rifirrafe de la cumbre europea. De entrada, el canciller alemán consiguió el apoyo de todos los socios, salvo los ibéricos, a incluir en la declaración final no sólo la referencia a que los países ricos contribuyentes netos reclaman un "mecanismo corrector" (gemelo al cheque británico) para reducir sus derramas sino también otra postulando que "el reparto de la carga debería ser más equitativo".

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