Una red se aprovechaba de un grupo de heroinómanos para perpetrar estafas
La heroína convierte a la persona en una piltrafa, en un ser sin voluntad y sin otro horizonte en la vida que lograr su dosis de cualquier modo y a cualquier precio. De tan brutal dependencia se aprovechan los narcotraficantes para sacar dinero a espuertas. Se aprovechan los narcos y quienes no lo son: la policía ha desmantelado una red perfectamente estructurada que utilizaba a un grupo de cinco heroinómanos como punta de lanza para estafar a bancos, concesionarias de coches, tiendas de informática y grandes almacenes.
Los agentes de la Comisaría de Sant Cugat, dirigidos por el inspector jefe Avelino Maestre, han detenido a 50 personas y se han incautado de género valorado en 114 millones de pesetas, entre el que figuran dos coches Ferrari modelo 348 y un Mercedes 500 SL. La red, creada hace 10 meses, tenía un doble vértice. En uno figuraban Felipe C. G., de 43 años, y Alicia B. M., de 44. El primero es dueño de una gestoría tapadera de Sabadell y la segunda consta como asesora fiscal en el negocio. Ambos estaban asesorados por dos ex directores de sucursales bancarias; uno, Pedro Mártir P. M., de 43 años, dirigía a un grupo de seis personas encargadas de buscar en el submundo de la droga a heroinómanos para, aprovechándose de su necesidad, enviarlos a la búsqueda de un dinero fácil. Antes de meterles en el negocio, se aseguraban de que no figuraran en los archivos de morosos de los bancos, requisito básico para conseguir un crédito sin levantar la liebre. Los drogadictos, adecentados y pulcramente vestidos con traje y corbata, eran enviados a los bancos o concesionarias de coches, en busca de créditos y vehículos a coste cero para la red. Los ex bancarios instruían a los drogadictos sobre cómo comportarse y qué hacer para lograr el crédito o el coche, mientras la gestoría proporcionaba nóminas y declaraciones de renta falsas (el DNI siempre era bueno). Con el carnet verdadero y la nómina, la declaración de renta y un presupuesto de una empresa de albañilería falsos, obtenían créditos para, decían, reformar su piso. Con los coches, el procedimiento era similar. Y con las tiendas de informática pasaba tres cuartos de lo mismo. Otro fraude consistía en lograr tarjetas de grandes almacenes con papeles falsos. Con estas tarjetas compraban electrodomésticos e ingentes cantidades de comida y bebida. La banda estaba en fase de comprar pisos con documentos falsos. Chantaje Los drogadictos veían muy poco dinero de todo esto. Les ofrecían una amplia participación en el negocio y al final sólo recibían cuatro duros y una amenaza: "Si nos denunciáis, seréis vosotros los encarcelados, porque habéis sido los autores de los delitos". Los coches, los aparatos informáticos y electrodomésticos eran vendidos por una red de colaboradores en localidades catalanas, como Sabadell, Terrassa y Barberà del Vallès, a un precio bajo: coches nuevos de dos y tres millones eran vendidos entre 700.000 y 800.000 pesetas menos. El segundo vértice de la trama era el formado por los hermanos Jaime y Norberto C. B., de 28 y 35 años respectivamente, especializados en la venta de los coches mal adquiridos. Los dos hermanos tienen dos empresas tapadera para sus negocios sucios y una auténtica en la que han acumulado una ingente fortuna.
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