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CUMBRE EUROPEA EN CARDIFF

Los líderes de la UE dan un marcado giro hacia el nacionalismo

La cumbre de Cardiff no pasará a la historia por las decisiones tomadas, pero será un punto de referencia para entender la evolución de la Unión Europea. Los Quince dieron ayer un sesgo nacionalista al proceso de integración. Así lo insinuaron el canciller Helmut Kohl y el presidente Jacques Chirac. El anfitrión, Tony Blair, fue aún más claro: «Hay áreas en las que la UE debe cooperar más estrechamente y otras en las que descentralizar es lo correcto». Eso significa que hay poderes comunitarios que han de retornar a los Estados-nación.

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Nunca han faltado en el debate europeo los llamamientos a mantener las esencias nacionales. Pero nunca como ayer esos llamamientos fueron tan evidentes. Unos envolvieron ese discurso con cánticos a la llamada subsidiariedad, ese tecnicismo comunitario con el que se define, sobre todo, el principio de que lo que pueda resolver la administración más cercana al ciudadano no sea competencia de otra más alejada. «Hemos de reflexionar sobre la subsidiariedad, pero eso no significa que yo ataque a la Comisión Europea», se justificó el canciller Helmut Kohl ante los periodistas alemanes en la noche del lunes. «Todos hemos cometido errores y lo que tenemos que hacer es explicar cada uno su punto de vista sobre qué Europa queremos para el futuro».En la rueda de prensa final, un canciller muy satisfecho por los resultados obtenidos en Cardiff definió su manera de entender la subsidiariedad: «Quiere decir hacer una Europa federal como Alemania, no una Europa centralista». Kohl no sólo metió una cuña a favor de los intereses alemanes en el capítulo financiero. Logró también, aunque por iniciativa interpuesta del belga Jean-Luc Dehaene, que los Quince celebren una cumbre informal en marzo para abrir ese debate.

La idea ya ha calado. El presidente francés, Jacques Chirac, la expresó con ese nacionalismo tan caro al gaullismo: «Tenemos que reflexionar sobre el tipo de Europa que queremos, una Europa de naciones, de Estados que refuerzan sus lazos pero respetan sus identidades». Una Europa, otra vez, de Estados-nación. El presidente de la Comisión, Jacques Santer, añadió: «La UE será siempre una federación de Estados-nación». El primer ministro británico, Tony Blair, fue quizá el más sutil. «Nuestras relaciones con Europa tienen ahora un sentido positivo. Los largos años en los que el Reino Unido siempre se oponía a todo son el pasado».

Entre discusiones sobre subsidiariedad y tercas propuestas sobre recursos propios, los Quince se dieron un respiro sentimental. El mítico presidente de Suráfrica, Nelson Mandela, fue el invitado especial al almuerzo del Consejo. Fue un homenaje al hombre que ha encarnado la abolición del régimen racista que durante décadas dominó a los surafricanos.

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