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Entrevista:

"Es incomprensible el mercadeo de los partidos sobre la pacificación"

La asociación pacifista Denon Artean (Entre todos) ha sido galardonada con el premio Ana Frank que otorga el sindicato independiente Erne de la Ertzaintza, un reconocimiento que la portavoz del movimiento, Cristina Cuesta (San Sebastián, 1962), agradece, aunque mantiene una posición bastante escéptica ante el avance de la "cultura de la paz". Cuesta, licenciada en Filosofía Pura y Criminología y cuyo padre fue asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas en 1982, lleva doce años trabajando por la paz y en favor de las víctimas de la violencia. Pregunta. Los movimientos pacifistas están recibiendo periódicamente premios de las instituciones. ¿Cuándo llegará el galardón de la sociedad?R. Creo que ya nos lo concedieron con las movilizaciones tras el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Entonces se cumplió uno de los viejos sueños del movimiento pacifista, la movilización total, que los ciudadanos asumieran la responsabilidad y el hastío ante el horror y que salieran a la calle para expresar lo que pensaban realmente. Muchos nos sentimos recompensados con aquellas movilizaciones.

P. Desde que el movimiento pacifista cogió aire a mediados de los años 80, ¿cuál ha sido, en su opinión, la evolución social?

R. Ha habido un crecimiento en la conciencia social y ahora entramos en un nuevo escenario para el pacifismo: la especialización en el trabajo por la paz, contra la violencia y el terror y, en segundo lugar, la búsqueda de un espacio propio que nos haga evolucionar a la par que la sociedad.

P. En cierta forma, los pacifistas han precedido a la sociedad en el País Vasco.

R. Nosotros somos sociedad. Hemos intentado marcar una tendencia, abrir un camino que era novedoso en 1986, dos años antes de que se firmara el Pacto de Ajuria Enea, en unos momentos de abandono absoluto.

P. ¿Cuál es su fórmula para la paz en el País Vasco, la de hacer más el amor y menos la guerra, como escribió hace años en una sede de Herri Batasuna en San Sebastián?

R. (Risas). Por supuesto. Tenemos una concepción de lo que debe ser el hedonismo y la pacificación muy confundida en algunos momentos. Lo básico es trabajar en defensa de la democracia y de los principios fundamentales de un Estado de Derecho, que nos creamos que somos ciudadanos en un país libre.

P. ¿Le sorprendió el autosecuestro del concejal popular de La Carolina?

R. Humanamente lo entendí como una situación personal de alarma y desasosiego. Lo que sigo sin comprender es que aquel episodio se convirtiera en un caso de manipulación política, que no se parara a tiempo, porque puede llegar a ridiculizar futuras situaciones humanas reales. Es un tema con el que no se puede jugar. Agravio de los políticos

P. Ustedes se movilizan contra la injusticia y en favor de las víctimas de la violencia. ¿Cómo consideran la actuación de los partidos políticos?

R. Con desasosiego, porque vemos que se manipula y se juega con el sufrimiento humano. Es el agravio más grave que cometen los políticos para con las víctimas del terrorismo. En las controversias partidarias, muchas veces estúpidas, se juega con la gente que sufre y que vive en estado de alarma un día sí y otro también. No se trata sólo de las personas que sufren atentados, hay muchas otras que tienen un plus de riesgo por la socialización del sufrimiento que practican determinados colectivos. La zozobra es permanente.

P. ¿La pacificación en el País Vasco está cautiva de los intereses partidistas?

R. Sí, absolutamente. Entramos en años electorales y volverá a primar el mercadeo entre los partidos, cuando muchísima gente que tiene que mirar todos los días debajo del coche. Es algo incomprensible.

P. ¿Cómo analiza el juicio por el secuestro de Segundo Marey?

R. Una de las claves para retomar en serio la pacificación es asumir en serio el punto de vista de la víctima, no sólo como un recordatorio piadoso. En el juicio por el secuestro de Marey, una vez más no se ha tenido en cuenta en absoluto a la víctima. Todo la discusión ha girado en derredor de los intereses polìticos de cada parte.

P. El presidente de la Audiencia Provincial de Bilbao, Joaquín Giménez, repite que "contra ETA, más democracia".

R. Más democracia, más sensibilidad con las víctimas y menos rifirrafes sobre las causas y los diagnósticos. Es necesario hacer un mayor esfuerzo en la defensa de los derechos humanos, que son universales, de todos.

P. ¿Es optimista?

R. Lo soy por naturaleza, aunque mantengo un cierto escepticismo porque en muchos aspectos estamos en la misma situación de 1986-87, puesto que hay poca implicación de los partidos y una falta de consenso que no acierto a entender. Llevo doce años trabajando en el movimiento pacifista y después de cada momento de esperanza siempre se ha producido un mazazo. Por eso quiero ser un tanto cautelosa.

P. Sin embargo, no renuncia a perseverar como militante del pacifismo.

R. No lo hago porque percibo que hay personas y grupos sociales que necesitan ser apoyados y que reivindican la zozobra de su vida cotidiana, que nunca ha sido contada.

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