De cómo ser demasiado joven para ser tenido por tal
A aquello de "juventud divino tesoro", un humorista añadió como coletilla: "que no paga impuestos". Es verdad, pero no lo es menos que los jóvenes (algunos) tienen acné, amén de otros problemas de los que dan cuenta sesudos sociólogos. Uno de esos problemas, que no figura en los tratados sobre la juventud y la adolescencia, es el que se les presenta a ellos y a sus padres si deciden viajar en tren y tienen 12 o 13 años. Es decir, cuando son jóvenes, pero no lo suficiente. Lo cuenta una lectora que lo vive en carne propia. Fue a Renfe a encargar los billetes para toda la familia, formada por elementos tan tradicionales como padre, madre (ella misma) y dos hijos, uno de ellos, el mayor, de 12 años. La sorpresa fue considerable porque descubrió que los descuentos que hasta ese momento había tenido ya no estaban en vigor para el muchacho. El pequeño (de 9 años) sí tenía derecho a un descuento de hasta el 40% en el billete del tren, pero el segundo, nada de nada de nada. Otra cosa sería si hubiera cumplido ya los 14 años. En ese caso, el muchacho volvería a tener derecho a un descuento del 20% si acreditaba estar en posesión del carnet joven. Pero ese documento no se puede conseguir antes; por tanto, no había lugar para el descuento. Los muchachos de 12 y 13 años son, para Renfe, adultos a todos los efectos de pago. Pueden acceder al bono Interraíl 12-26 (años), pero no tienen descuentos por motivos de edad. Un portavoz de la compañía reconoce la situación, pero declina responsabilidades. "Nos pasa a veces, que un pueblo nos dice que es un desastre que la vía pase junto a las casas, pero resulta que el tren estuvo allí antes de que hubiera pueblo". Es decir, Renfe hacía (hace) descuentos hasta los 12 años, siguiendo una norma válida para el conjunto de empresas ferroviarias europeas. Y esta norma está en vigor desde hace decenas de años. Mucho más moderno es el carnet joven. "¿Por qué no pueden tenerlo los muchachos de 12 años y así acceder a los descuentos?", pregunta el portavoz. Nadie lo pensó en aquel momento y nadie parecía haberse dado cuenta de la situación hasta que la lectora vivió la situación con no pocas dosis de perplejidad ante la lentitud de movimientos de las grandes empresas y de la Administración, pese a estar regidas en no pocos casos por gentes que se educaron con la canción de Dylan que decía que "los tiempos están cambiando".
VICENS GIMÉNEZ [PI] Unas jóvenes hacen cola para sacar billetes en las taquillas de la estación de Francia.
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