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Tribuna
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España va bien

Buenas noticias: la nueva España no sólo va bien, sino que además está recuperando, poco a poco pero con paso firme, los viejos valores nacionales que, tradicionalmente, han hecho del nuestro un país tal vez modesto pero gracias a Dios orgulloso. Primero fue Camilo José Cela el que tuvo que poner en su sitio al marica de García Lorca y ahora ha llegado Clemente a recordarnos que el fútbol es cosa de hombres, un deporte más vinculado al músculo que al cerebro.La cuestión está clara. ¿Qué son todas esas estupideces del centro del campo, los pivotes organizadores, el juego por las bandas...? Bobadas, inventos de Cruyff, Valdano y el resto de esa gentuza, esa turba de extranjeros, sudacas que vienen aquí a darnos lecciones y a quitarnos el trabajo.

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El fútbol es otra cosa: media docena de centrales que mandan la pelota, sin piedad, lo más lejos posible, y un par de tontos que van a buscarla. Todo el mundo conoce la frase: "El fútbol es un juego muy divertido en el que al final siempre gana Alemania". Está claro que de vez en cuando la cosa sale mal, que puede venir Nigeria y hacerte mucho daño con muy poco talento, pero a pesar de todo hay que comprender a Javier Clemente: ¿Qué va a hacer ahora, a estas alturas, el seleccionador? ¿Arrepentirse? ¿Cambiar de planes? ¿Ser infiel a sí mismo? ¿Darle la razón a sus enemigos? Bueno, de hecho lo suele hacer a partir del minuto 45 o 50 de todos los encuentros, cuando la cosa se pone cuesta arriba y es necesario recurrir a los jugadores en los que no cree para intentar sacar el camión del barranco.

Pero, de entrada, y como decía Fidel Castro, un paso atrás no hay que darlo ni para tomar impulso. ¿Que convertir a España en un equipo formado, como le gusta decir a Clemente, por Zubizarreta y 10 más equivale casi a jugar con uno menos?

Da igual: Zubizarreta y se acabó la historia. ¿Que Hierro y sobre todo Nadal son dos defensas buenísimos que no saben jugar de organizadores? Eso lo dirán ustedes; el entrenador soy yo y les pongo donde me da la gana. Al final, uno tiene la sensación de que, de todas maneras, en el actual sistema de juego de nuestra selección los jugadores son lo de menos; de que en este conjunto acostumbrado a la obediencia, construido entrenamiento tras entrenamiento en medio de apelaciones a la furia y al orgullo, Raúl y Kiko se parecen menos a Raúl y a Kiko que a Clemente.

Después de empezar el Mundial como lo empezamos siempre, a la gente se nos ha quedado mala cara. Mi amigo Pedro Escartín III puso encima del televisor, como amuleto, unas cuantas monedas de cinco duros de España 82 y la pinta que tenía al recogerlas y guardarlas lentamente en una cajita, después del 2-3, me pareció una buena metáfora de lo mal que nos sentimos hoy todos, con esa tristeza en el fondo fatalista y un poco resignada de quien acepta lo que, una vez detrás de otra, parece inevitable.

La culpa es nuestra, de los aficionados y los medios de comunicación no afines, por presionar a Clemente. Pobre seleccionador, teniendo que poner en el once a Alfonso, a Kiko y a todos esos finolis. Lo que habrá echado de menos a Roberto Ríos.

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