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Entre el yen y el yuan

La Bolsa española, a pesar de los esfuerzos de unas cuantas sociedades, no consiguió sustraerse al juego internacional, en el que pintaban bastos y por aquí no tenían ni uno. La debilidad del yen, su más que posible traslado al yuan, y el eco que las bolsas se están haciendo de ambas cuestiones han hecho caer en saco roto las tibias declaraciones del Grupo de los Siete y han levantado la veda para los poseedores de papel.

Los inversores y los analistas esperaban una postura más firme de los países que parecen decidir los destinos de las finanzas, pero no hubo alusiones a una intervención directa en los mercados, de lo que se ha deducido que se acepta el actual estado de la cuestión y que el yen podría acercarse al objetivo de las 150 unidades por dólar que en los mercados se admite desde hace tiempo. En la Bolsa sólo preocupa que esa evolución pueda llevar al índice Nikkei a perder el soporte de los 15.000 yenes —el jueves cerró a sólo 14 puntos de ese nivel— lo que desembocada en un descalabro generalizado y eso explica que el Ibex 35 perdiera el soporte de los 10.000 puntos y que el dinero se refugiara en la renta fija. La caída de los tipos de interés en el mercado secundario de deuda ha coincidido con un descenso de la Bolsa, algo que no aparece en los manuales como una situación lógica, y esto ha puesto algo más nerviosos a los profesionales, que aceleraron la salida de papel al mercado en los minutos finales de la sesión.

La contratación de esta jornada ha sido de 135.438 millones de pesetas efectivas, más de la mitad de los cuales se consiguió tras conocerse la orientación de la Bolsa de Nueva York, lo que indica que los inversores españoles, al igual que los extranjeros, esperaban tener algunos datos más para tomar decisiones, pero que ninguna de ellas tenía que ver con la situación de las empresas cotizadas. Para el mercado español esta situación no es buena, ya que no hay expectativas que puedan variarla al haberse descontado casi todo y con cierto tono de exageración.

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