Frederic Amat: "Para hacer un cartel necesito tener afinidad por el tema"
Frederic Amat (Barcelona, 1952) es de los que piensan que el mundo de la creación no puede constreñirse a una sola disciplina. Más conocido como pintor y escenógrafo, este mismo año acaba de estrenarse como director de cine, y estos días se presenta en el Centro de Arte Santa Mónica de Barcelona otra de sus facetas, la de cartelista. La exposición, abierta hasta el 14 de junio, incluye 64 carteles realizados a lo largo de 28 años y que básicamente tienen relación con la literatura, la música, el teatro y el arte. "Para realizar un cartel necesito sentir afinidad por su contenido", afirma Amat.
El primero de los carteles que puede verse en la exposición anuncia una obra de Llorenç Villalonga, 4 desbarats, que se presentó en 1970 en el teatro Romea. El último tiene como tema Viaje a la luna, filme con el que se ha estrenado como director y que está basado en el único guión que escribió Federico García Lorca. Esta película de 20 minutos lleno de imágenes oníricas, que se estrenará el próximo 17 de junio en el Reina Sofía de Madrid, es una de las principales actividades enmarcadas en el centenario del nacimiento del poeta y en Barcelona se presentará el próximo mes de octubre. Entre uno y otro cartel, los trabajos de Amat son muy diversos. Carteles de obras de teatro o de cine, campañas institucionales del día del libro, de fiestas como la Mercè, el Festival Grec y ciclos de poesía. También hay carteles para el Odéon de París y para el festival de Aviñón. Para la Passió de Olesa y para diversos festivales de música. Casi todos ellos están relacionados con temas culturales y se complementan con dos vitrinas en las que se exhiben los trabajos de Amat como ilustrador de portadas de libros y discos. Aquí destaca un último trabajo, que se presentará en breve: la reedición del libro de Guillermo Cabrera Infante Vista del amanecer en el trópico, que el Círculo de Lectores ha editado acompañado de los dibujos que realizó Amat en un viaje que hizo a Cuba en 1995. Los dibujos, manchas negras sobre fondo blanco, reflejan a su juicio el desencanto que vive el país. Por eso ignora el color que domina la isla y presentan el dramatismo de la situación al tiempo que se avienen con la acidez del texto de Cabrera Infante, que desde 1970 no se había reeditado. En este caso, señala Amat, primero fueron los dibujos y después la decisión de escoger el texto que mejor podía acompañarlos. Coincidencia cultural PLa principal coincidencia que hay entre todas las obras que se presentan en la exhibición del Centro de Arte Santa Mónica es su referencia a temas culturales y, más concretamente, a actividades relacionadas con la literatura, la música o el teatro. "En mi caso siempre hay una cierta complicidad con el tema que anuncia el cartel", afirma Amat. "En cierta manera, cuando hago un cartel me siento una especie de embajador entre un acontecimiento cívico o cultural que suele serme muy cercano y el ojo del espectador". Su manera de enfrentarse a esta disciplina, afirma, es muy diferente a la del diseñador gráfico. "El grafista puede transformarse y adoptar múltiples recursos plásticos y expresivos en función del cliente o del tema. El pintor, en cambio, siempre acaba siendo víctima de su propia manera de hacer, de lo que se llama estilo". Ambos comparten, sin embargo, un mismo objetivo: dar el máximo de información con los mínimos elementos. "El cartel se tiene que leer de un vistazo y por eso tiene que sintetizar muy claramente el mensaje", afirma. "La pintura, en cambio, necesita tiempo porque su misterio está en su superficie, en las sucesivas capas de revelaciones y evocaciones que puede provocar al espectador". La exposición, que se presentó en el verano de 1997 en Granada, cuenta con un cuidado catálogo con texto introductorio de Enric Satué, quien realiza un interesante y breve estudio sobre la historia del cartelismo cultural en España, que, a su juicio, ha tenido una corta vida de 100 años. Amat cree que a través de los carteles puede seguirse la evolución de su trayectoria artística. "A veces los carteles han ayudado a la pintura y otras ha sido al revés", afirma. "Y lo mismo puede decirse del teatro. En realidad, toda mi obra es como un calidoscopio variado detrás del cual hay el mismo ojo, el mismo deseo". Coreografías En este calidoscopio se incluye también la danza. El 24 de junio estrena Zumzum.ka, montaje en el que comparte idea y dirección con Cesc Gelabert.Amat se ha encargado, además, de la escenografía y Gelabert de la coreografía. El montaje, con música de Pascal Comelade, es un espectáculo basado en la letra K. "En este siglo, mucha de la gente que me interesa tiene un nombre que comienza con K, desde Kafka a Klee. A partir de aquí empezamos a realizar un juego de letras y de las sugerencias y respuestas que dábamos uno plásticamente y el otro corporalmente salió este montaje basado en las improvisaciones y sus cribas. No en vano, zumzum es zumbido en catalán".
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