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Entrevista:

"Un producto no permanece en el mercado más allá de seis meses"

Concibe la profesión de empresario como una ocupación de riesgo. Y sabe lo que dice. Camilo Prado Freire es presidente de la Asociación Europea de Dirección y Economía de la Empresa (AEDEM), una agrupación que cuenta con casi 3.000 profesores y empresarios, entre españoles y extranjeros, dedicados a la gestión, las finanzas y la mercadotecnia. Pregunta. ¿Cómo ve el perfil del empresario actual? Respuesta. Ya no se trata, como antes, de una profesión glorificada, en la que bastaba tener el capital para dar con el producto. El empresario actual tiene que vivir inmerso en un cambio constante. Es un profesional que admite el riesgo y el fracaso y que sufre la discontinuidad del crecimiento de los mercados. P. ¿A qué se debe el cambio? R. A la entrada en un mercado global, que sólo en la Unión Europea lo componen 350 millones de consumidores potenciales, y al desarrollo de las nuevas tecnologías. Estos cambios han llevado al empresario a que tenga que planificar de forma diferente. Desaparece la inversión a largo plazo y lo que se intenta es recuperar el dinero invertido en el menor tiempo posible. P. ¿Y antes? R. Antes el mercado era local. El empresario sólo tenía que conocer el tiempo medio de duración de un producto en el mercado para estimar el tiempo necesario de recuperación de la inversión. Hoy en día es imposible calcular este tiempo, por lo que la planificación se lleva a cabo teniendo en cuenta la amplitud del mercado. Los empresario ya no se plantean cuánto tiempo tiene que estar mi producto en el mercado para recuperar mi inversión, sino a cuántos consumidores tengo que llegar. P. ¿El empresario intenta entonces compensar la corta duración de los productos ampliando los mercados? R. Sí. Y es así porque antes la duración de un producto en el mercado coincidía más o menos con la vida de un ejecutivo. La consideración actual es que un producto no permanece en el mercado más allá de seis meses. Es así porque estamos hablando de economías desarrolladas, donde el consumidor es una persona con dinero en el bolsillo, pero también con sus necesidades básicas cubiertas. Por eso, solamente cambia lo que ya tiene, si se le logra convencer de que necesita un producto nuevo que le lleve a cubrir necesidades nuevas. P. ¿El secreto es crear necesidades en el consumidor que no son tales? R. Más que crear, descubrir las necesidades que estaban latentes. Por eso, la creación de nuevos productos tiene que ir acompañada de crear valor en el nuevo contexto de un mercado global. La idea es: genera valor y permanecerás en el mercado.

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