MICHEL DOMÍNGUEZ, MOTORISTA.
No se trata de un infractor de tráfico ni persigue el agente para imponerle una multa. La moto, más ligera que un tanque, conduce a veces a identico lugar: el espacio del crimen. Puede que la verguenza le aconseje la ocultación del rostro bajo la máscara espacial del casco, pero ni una concesión al descuno, un leve asomo de la piel entre el guante y la manga. Quizá de cerca se adivinen, tras la moderna celosía, los ojos deslumbrados del que no acierta a comprender la adversidad del heroe o su cruel destino de villano.
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