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Tribuna:
Tribuna
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Razones

El lunes por la noche se me reprodujeron los orzuelos, como consecuencia del zapeo televisivo a que a veces me entrego, víctima de la imprudencia, esa lacra de nuestros días. En La 2, Miguel Ángel Rodríguez se hallaba convertido en jalea íntima. En Antena 3-TV, un señor que figuraba que era Clinton hacía el ganso, aunque sin efectos letales para los pueblos. Finalmente, en Tele 5 estaba El Dioni, acompañado por su último peluquín. Regresé al inefable MAR. Fondo, justo a tiempo de captar una perla digna de ser incubada por una ostra de Doñana que acariciase la idea de suicidarse por los medios más violentos: dijo el portavoz del Gobierno que le gustan mucho Serrat, Milanés y Silvio Rodríguez. Comprenderán que semejante afirmación puede desanimar a cualquiera, pero es que, además, en un arranque de sinceridad, el señor Rodríguez confesó que no pudo evitar destruir los discos de Silvio cuando supo que éste había justificado unos fusilamientos perpetrados en Cuba.Fue entonces cuando me pregunté qué está esperando el portavoz para bailar un zapateado con tacón de aguja sobre los compactos del conocido cantamañanas Teodoro Obiang, especializado en estimular el blues africano -él aporta torturas y penas de muerte, o cárcel-, la tristeza la ponen los demás.

Sin embargo, seamos serios. No parece justo pedirle a Miguel Ángel Rodríguez que muestre siempre la sensibilidad de que hizo gala respecto al cantautor cubano de apellido igual al suyo. Más que nada, teniendo en cuenta los letargos que le deben de acometer cada vez que ingiere uno de sus menús inenarrables: allí mismo nombró uno a base de macarrones, patatas con costillas y arroz con leche, que constituye no sólo una justificación de su espesura, sino también una clara razón del estado de su cutis, pasto de los hidratos.

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