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Lo naval: en el 98... y hoy

He definido así lo naval: «Realidad práctica que decanta y palpita en el ser de pueblos, naciones, civilizaciones... y de todo grupo humano con vitalidad activa, como resultante de la influencia que el mar, en cuanto factor intenso y decisivo a veces en lo histórico, ejerce constantemente en la vida de aquéllos». (...) El mar influye en el ser de los pueblos y en sus vidas en la historia con intensidad tanto más decidida cuanto más marítima es la condición de aquéllos. (...) Los pueblos reciben la influencia del mar a través de la sensibilidad histórica de sus hombres destacados -políticos, estadistas, pensadores- y lo hacen con más o menos clara conciencia del sentido y la profundidad de la influencia aquélla. Al recibirla la comprenden de algún modo y reaccionan en consecuencia a lo largo de la historia. Y esa reacción -compleja siempre por el número y la diversidad de los factores en acción que componen la resultante- es lo que yo llamo lo naval. Esto es esa realidad práctica que, como todo lo humano real, participa de la materia y del espíritu, materia que se ve y espíritu que se siente. La materia es la condición que el mar impone y que a su vez marca el carácter del comercio que se ha de practicar para vivir, comercio ése que exige su defensa adecuada para seguir siendo activo y vivo en el ámbito influyente del mar, defensa que se lleva a cabo, siempre en la historia, mediante una marina de guerra o conveniente fuerza naval. (...) Y el espíritu de esa realidad práctica que anima su materia no es otro que la mentalidad del pueblo o nación en cuanto pensar y comprender lo que el mar impone a su vida como lógica consecuencia de su propia condición. (...) Todo eso: condición, comercio marítimo, defensa, fuerza naval, mentalidad, es la realidad práctica en que lo naval consiste.Hasta aquí la teoría de lo naval. ¿Qué eran en el 98 España y lo español en lo naval? Tenían que ser consecuencia y efecto de lo que en el pasado impulsaran los vectores de lo naval, es decir, la política naval -reflejo de la general de España- y la conciencia o mentalidad española acerca de la condición eminentemente marítima de lo español universal e histórico.

Lo naval español existía antes de ser España lo que empezó a ser con los Reyes Católicos. Al empezar a ser, España descubrió un nuevo mundo. La condición marítima de España se hizo eminente y una con el Descubrimiento y se reafirmó con la incorporación a lo hispánico de América y del Pacífico. Los Reyes Católicos comprendieron la condición eminentemente marítima de lo español y fomentaron con su política el comprender de los españoles para cimentar su conciencia como hombres de sus tierras y como hombres de mar y de la mar de todos. (...) Con los Austrias cambió la política. Lo continental empezaba a insinuarse en la mente hispana. Lo continental fue el Imperio de Carlos V y lo de otras tierras europeas. Lo de ultramar se atendía en cuanto fuente de riqueza para financiar la política y las guerras del continente.

... Y así tendieron hacia lo continental la conciencia y la mentalidad de los españoles.

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Con los Borbones lo material de lo naval tomó mejor cuerpo aparente. Ello, empero, con ánimos poco españoles. Dominaba en España lo francés, que buscaba el mando en Europa en guerra contra Inglaterra. En lo naval el alma de lo español no se animó demasiado. Los Borbones miraban a la continentalidad y a la tierra; no hicieron gran cosa por animar a la conciencia nacional hacia la comprensión de la gran influencia del mar en la vida de España y de los españoles. Lo naval español, material pero desalmado, quedó probado que era así con el desastre del Cabo de San Vicente en 1797 y la derrota de Trafalgar en 1805.

Tras las guerras napoleónicas y el Congreso de Viena, España se mete en sí misma y le da la espalda a Europa e incluso a las escasas tierras que le quedan en las Antillas y en el lejano Pacífico, con lo que quedó prácticamente muerto lo naval español. En lo material de éste, las guerras civiles y los pronunciamientos llevaron la atención completa de los españoles hacia el Ejército, con desviación y olvido de la Marina, de lo naval en casi todo. La Marina española llegó a ser la gran desconocida para España y los españoles. La política naval fue para los gobernantes algo así como una obligación inoportuna. (...) En el siglo XIX lo naval quedó desvanecido y sin alma; fue lo que hizo que llegara a ser lo que fue lo naval en el 98.

¿Cómo era lo naval español hace cien años? Los tres vectores componentes vistos como síntesis de la teoría -marina, política y mentalidad- los veo yo así, aunque mejor será invertir el orden: 1. Lo que el español del 98 pensaba y sentía sobre el mar en la vida de su patria era eco amortiguado de lo del inútil siglo XIX. El español del 98 no comprendía la profunda dependencia de su vida, en mucho colonial todavía, de lo marítimo de su condición. Su patriotismo estaba ciego frente a las cosas de la mar. Gran parte de responsabilidad recaía sobre la política pasada y sobre la propia política del 98. (...) 2. Lo que es la «política del 98» es consecuencia en bastante de la Restauración. Desde el 86 presenta síntomas de «buena volundad»; en lo interior se busca el consenso político entre partidos; en lo exterior se intenta salir para vivir de nuevo en Europa; en las armas se trató de mejorar el Ejército y la Marina, porque desde el grito de Baire del 95 se empezó a vislumbrar la alta probabilidad de la intervención armada yanqui en Cuba para medrar estratégicamente en la zona de acuerdo con la doctrina de Monroe. Se votó la famosa ley de creación de la escuadra... pero todo quedó en palabras y en deseos. No se hizo nada. (...) 3. La Marina en el 98 era lo que resultó ser la maniobra estratégica de tiempo de paz hasta el momento de llegar a la guerra con Estados Unidos. Cuando la guerra llega se encuentra España con una Marina -y un Ejército también- ineficaz ante cualquier contingencia de intervención extranjera. En lo naval va España a la guerra con los yanquis en condiciones alarmantemente desfavorables. La fuerza naval escasa e ineficaz por falta de preparación. La maniobra estratégica española, de guerra ya, si es que existió, presenta síntomas de indecisión y de errónea visión estratégica. Indecisión, por el no saber bien qué hacer. Error, en lo visto o previsto, por la dispersión de las pocas fuerzas navales disponibles poco antes de estallar la guerra, motivada por la torpe «estrategia» de las «visitas» a Estados Unidos de unidades navales españolas convencidas de que la devolución de la «visita» del Maine a La Habana podría reducir las apetencias coloniales y bélicas del Washington omnipotente. También está el error de no destacar la escuadra a Cuba antes de la declaración de guerra. (...) La Marina se movió en el 98 con torpeza general, fruto acaso de la ignorancia y del desánimo amplio de lo naval. (...) Una vez la escuadra en Santiago ha de hacer frente su almirante a lo estratégico y a lo táctico de su situación. Si no sale a tiempo de puerto llegará el bloqueo. Si sale -que pudo salir- no es que vaya a convertirse en favorable la situación, pero los riesgos pueden ser siempre menores. La escuadra no salió, por su indecisión ignorante, y quedó bloqueada. (...) Con la escuadra anulada se vieron ya los yanquis en posesión del dominio del mar. Lo exploraron y desembarcaron en fuerza cerca de Santiago. La escuadra se vio ante el dilema de salir o ser presa sin combate. Madrid presionó al almirante, sugiriéndole tácticamente que lo hiciera de noche. Éste hizo todo lo contrario: salió de día y de modo tácticamente incomprensible, ya que dejó que salieran en último lugar los destructores, que eran el mejor elemento ofensivo, de noche y de día, contra fuerzas superiores. (...) El resultado ya es sabido: el desastre de Santiago, que pudo ser menos desastre, aunque victoria nunca fuera, si el almirante español hubiera actuado de otra forma. (...) Y así acabó todo el 98 de ayer.

¿Qué pasa en el 98 hoy? Que en lo naval español no hay diferencias esenciales con lo de hace un siglo. La política española no se ha preocupado de atender a la condición eminentemente marítima de España aunque sin tierras en ultramar se quedara, tal vez por incomprensión del político, naciente ésta de su ignorancia. Desde hace cien años todo es aquí continental para el pensamiento. El español, por la ignorancia del político -las excepciones son escasísimas: Antonio Maura, Sánchez de Toca...-, sigue sin saber lo que lo marítimo es para él y para España. Nadie habla del mar ni de la mar aquí: ni los políticos desde luego, ni los pensadores, ni los novelistas, ni los poetas. (...) El español sigue en su plena «continentalidad» pese a la permanente insistencia de la condición eminentemente marítima de España. Para el político español, desde el 98 de ayer, no ha habido aquí, en lo armado, más que el Ejército ... y la Guardia Civil. La Marina, tanto la de guerra como la mercante, sigue tan ignorada por lo español como lo estaba en el clásico 98. (...) Y así parece que seguirá siempre. Pero ¡qué más da! Se dirá aquí que qué importa el mar a esta altura de los tiempos. (...) Pese a todo importa mucho aún... a España, a Europa, a Occidente... pero ¡qué más da!... Si alguien piensa que todo esto no es sino intento de arrimar el ascua a la sardina propia, convendrá que se dé cuenta y que piense que de mi sardina no queda ya, como en el 98, más que la raspa.

Eliseo Álvarez Arenas es almirante de la Armada y miembro de la Real Academia Española.

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