Los vendedores del Rastro deberán tener seguro, carné y tributar como comerciantes
La venta libre en el Rastro ha tocado a su fin. La Junta Municipal de Centro ha enviado una carta a los vendedores ambulantes, los que exponen sus mercancías en la calle, en la que les obliga a regular su situación. El Ayuntamiento, para que vuelvan a ocupar su espacio, les exige carné profesional de comerciante ambulante, seguro de responsabilidad civil y que estén al día en el pago de la Seguridad Social y de los impuestos, incluido el IAE. Este intento de profesionalización ha causado malestar entre los vendedores, que temen por el futuro del popular mercado.
Muchos de los afectados, que pagan una licencia por ocupar un espacio -cuyo coste oscila entre las 25.000 y 50.000 pesetas por temporada-, señalaban ayer que los más perjudicados son precisamente aquellos puestos que mayor personalidad dan al Rastro: los que tan sólo tienen un paño que colocan sobre el suelo y sobre él amontonan toda clase de cachivaches, baratijas y objetos.En la carta recibida ayer, personal y fechada el pasado día 21, firmada por Amparo Vallcanera Zeferino-Rodríguez, jefa de la sección de Asuntos Generales de la Junta de Centro, se les informa que, al solicitar la renovación de la autorización del puesto, no aportan toda la documentación necesaria. Y se les comunica que en 15 días, incluida prórroga, deben entregar copia, acompañada de original, del DNI; certificado de estar al corriente en cuestiones tributarias y régimen de la Seguridad Social; la suscripción de un seguro de responsabilidad civil que cubra cualquier clase de riesgo derivado del ejercicio de su actividad comercial; carné profesional de comerciante ambulante expedido por la Comunidad de Madrid; alta en el impuesto de actividades económicas y el último recibo de este pago. Además se exige que quien vaya a ejercer la venta sea el titular o auxiliar y una declaración expresa de que el solicitante manifiesta su compromiso a cumplir estas normas. Muchos ambulantes aseguran que nunca antes el Ayuntamiento les había pedido tanta documentación.
La indignación causada por esta carta entre los ambulantes del Rastro se debe a que esperaban que el Ayuntamiento tuviese un trato especial con ellos, en correpondencia con las peculiaridades, asentadas por los siglos, de este antiguo mercado madrileño, y entre las que figura la espontaneidad a la hora de vender cualquier cosa.
"Si el objetivo es matar el Rastro, tal y como se desprende de la carta recibida, esperamos que el pueblo de Madrid, junto con nosotros, no lo permita", dijo ayer José Manuel Fernández, portavoz de los vendedores en la zona del Campillo del Mundo Nuevo. Fernández señaló que hace 10 años ya se estipuló que el Rastro no podía sujetarse a las leyes que operan en otros mercadillos, porque lo hundiría.
"De un tiempo a esta parte se quieren cargar el Rastro, curiosamente coincide con el interés de los constructores en especular con casas y solares de la zona", decían ayer algunos de los afectados, que veían totalmente inviable el que se pretendiera profesionalizar este mercado dominical. "Se olvidan de que el Rastro no es de ellos ni de nosotros, sino que es un bien patrimonial de gran riqueza de la ciudad de Madrid", afirmaban. Ante esta situación, un grupo de vendedores decidió ir hoy, a partir de las 8.30, a hablar con el Ayuntamiento. En función de si les satisfacen los acuerdos a que lleguen iniciarán otras acciones. Este periódico trató ayer, sin éxito, de recabar la versión municipal.
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