Crivillé alcanza la cumbre en Francia
Álex encabeza el Mundial tras ganar una carrera soberbia en la que Checa fue tercero
Àlex Crivillé y Carlos Checa empiezan a convertir en realidad el sueño de toda una vida, de varias generaciones de pilotos, de cientos de miles de aficionados, de un país que presume de ser la meca de las dos ruedas. España puede tener pronto un campeón del mundo de la categoría reina. El noi de Seva es quien lo tiene más cerca en este momento, pero también Checa dio ayer en Francia la sensación de valer el número uno en un futuro no demasiado lejano. En Paul Ricard, en la quinta carrera de la temporada, ganó Crivillé y este resultado le coloca por primera vez al frente del Campeonato del Mundo de 500cc. Checa acabó tercero, superado en la última curva por el australiano Mick Doohan, pero también se exhibió.La carrera francesa podría agotar los adjetivos, aunque no pasó nada que no se hubiera pronosticado. Los dos pilotos catalanes demostraron que su amenaza existe y que hay que contar con ellos como alternativa al rey. Doohan les conoce desde hace tiempo, pero después de lo de ayer está claro que tiene de qué preocuparse desde ya. Sobre todo Crivillé, pero quizá también Checa, puede ser el próximo número uno, el heredero que jubile al supercampeón australiano.
Durante las 31 vueltas que duró el Gran Premio de Francia de 500cc los miles de aficionados españoles que viajaron hasta el circuito ubicado cerca de Marsella tuvieron que frotarse los ojos. Posiblemente su imaginación había dibujado aquella imagen muchas veces, pero había llegado el momento de hacerla realidad. Fueron los españoles, que habían salido muy bien desde la primera fila, los que pasaron a dominar la carrera.
Primero Àlex y después Carlos se encargaron de marcar el ritmo, poniendo las cosas muy difíciles al número uno, e imposibles al resto de candidatos. Hasta el arrogante italiano Max Biaggi dobló la rodilla mucho antes de que se llegara al desenlace de la carrera. En la primera mitad sí que existió una lucha abierta. Pero cuando Checa se puso a tirar, sólo Crivillé y Doohan se agarraron a su rebufo. Y todos ellos, subidos en Honda.
Hubo dos momentos culminantes. El primero, cuando Àlex adelantó a Carlos. Ocurrió al principio de la antepenúltima vuelta. El piloto de Sant Fruitós cometió un leve error al entrar largo en una curva y Crivillé, mucho más experimentado en situaciones cruciales, coló su moto. Ya no abandonó el liderato hasta subirse en el podio de los vencedores, aunque no pudiera celebrarlo con cava porque lo prohíbe la legislación francesa. El noi de Seva cerró todos los huecos a partir de ahí y Checa acabó incluso perdiendo la segunda posición, pues Doohan, en la acción determinante, le atacó y venció en la última curva. Se notó la veteranía de quien ha vivido esas situaciones límite en decenas de ocasiones.
"Es algo muy emocionante estar como líder del Mundial", explicó Crivillé. "Ningún piloto español lo había conseguido antes. En cuanto a la carrera, sólo puedo decir que ha sido dura y emocionante. La moto ha funcionado a la perfección y por eso he podido vencer". La de ayer fue la segunda victoria del piloto de Repsol-Honda esta temporada y la octava de su historial en 500cc.
Checa se mostró igual de satisfecho, aunque también decepcionado. Él es el único de los cuatro grandes de esta temporada -Doohan, Biaggi, Crivillé y Checa- que aún no ha logrado ninguna victoria en las cinco primeras pruebas de 1998. En Francia la tocó con la punta de los dedos. "Tengo que aprender de carreras como ésta, en las que un par de pequeños errores te privan del triunfo", comentó. "Sin embargo, he demostrado que puedo ganar un gran premio en cualquier momento".
El Mundial de 500cc se tiñe, por tanto, de color español. Crivillé encabeza ahora la general con dos puntos de ventaja sobre Doohan, cuatro sobre Biaggi, quinto ayer, y 22 sobre Checa. A partir de ahí, se abre el hueco, pues el estadounidense John Kocinski, cuarto ayer, ocupa la quinta posición a 49 puntos de Crivillé.
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