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La etiqueta social

Cristina Vázquez

La conocida firma deportiva Nike ha sido el último caso sonado. La denuncia de que la multinacional empleaba en Asia incluso a niños para la elaboración de sus productos sacudió las conciencias de los países más desarrollados y condujo a la compañía a replantearse su política laboral. La proliferación de ONG y otros movimientos sociales han permitido el desarrollo de campañas de denuncia contra casos de explotación laboral escandalosos. "Algunas de las compañías afectadas han reaccionado anunciando códigos de conducta para contrarrestar el descrédito que les han supuesto las denuncias, pero rechazan cualquier sistema de control externo", explicó Claudia Jiménez, profesora de Derecho Internacional en la Universidad Autónoma de Barcelona y una de las participantes en las jornadas Treball i desenvolupament, celebradas ayer en Valencia y organizadas por la fundación de CC OO Pau i Solidaritat. Jiménez recuerda el estrepitoso fracaso hace unos por años para instaurar la denominada cláusula social, que supeditaría la libre circulación de mercancías y servicios al respeto de los derechos fundamentales. No prosperó porque algunos países entendieron que este mecanismo podría ser utilizado más como arma comercial que como garantía contra los casos de abuso laboral. En su lugar ha aparecido otro concepto, la etiqueta social, que primaría ante los consumidores los productos respetuosos con los derechos elementales de las personas. "La OIT [Organización Internacional del Trabajo, a la que pertenecen 174 países de todo el mundo] propondrá la próxima semana en Ginebra en su congreso anual una declaración por la que los estados miembro deben respetar la libertad sindical y la no discriminación, así como la condena al trabajo infantil y al empleo forzoso", declaró Ulpiano San Martín, consejero adjunto a la dirección en España de la OIT. "En este organismo no hay mecanismos de control ni sanción, aunque los estados tienen que rendir cuentas todos los años con informes sobre su situación interna y, en aquellos casos en que la situación no mejora como debiera, la OIT los amonesta", prosiguió. Ambos expertos coinciden en que el instrumento más adecuado para superar las situaciones de explotación es la cooperación al desarrollo. "Es más lento, pero es también la fórmula más efectiva", añade la profesora Jiménez. "Si es preciso debemos cambiar el discurso de la solidaridad por el de la conveniencia. Y es que si no se ayuda a los países subdesarrollados a mejorar su situación surgen casos como el de Albania e Italia. Aunque sea por egoismo, los países más industrializados deben de poner coto a la explotación". Ésta hizo un llamamiento a los consumidores para que castiguen a las compañías que fabrican en condiciones de explotación. "Es como los detergentes, antes había uno o dos catalogados como verdes y ahora todos son ecológicos", manifestó Jiménez. Los casos de explotación laboral, habituales en muchos puntos del globo, afectan en la actualidad a 130 millones de niños en todo el mundo. "La solución a todos estos casos no pasa exclusivamente por la prohibición sino por la construcción de medidas a largo plazo", concluyó Jiménez.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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